Dirección: Jon Wright.
Guión: Kevin Lehane.
Música: Christian Henson.
Fotografía: Trevor Forrest.
Reparto: Richard Coyle, Ruth Bradley, Russell Tovey, Lalor Roddy, David Pearse, Ned Dennehy, Louis Dempsey, Jonathan Ryan, Stuart Graham.
La tranquilidad de la isla irlandesa de Erin se ve de pronto alterada por una criatura extraterrestre que empieza a matar a los habitantes del lugar, hasta que se topa con el borracho del pueblo.
Grabbers (2012), segundo largometraje de Jon Wright, parte de una idea genial: un bicho extraterrestre que no soporta el alcohol va y de entre todos los lugares del planeta aterriza en Irlanda. Maravilloso. El problema es que a partir de ese arranque genial la cosa no puede sino empeorar.
Es cierto que sobre todo en los primeros treinta minutos, la película resulta muy original y con algunos detalles realmente divertidos, pero el inconveniente es que no se consigue mantener ese nivel y poco a poco la película empieza a caer sin freno.
El principal problema de Grabbers es que el guión no es capaz de desarrollar con convicción la idea inicial. Tras la incertidumbre de qué está sucediendo en la isla y qué es exactamente lo que ataca a sus habitantes, que nos mantiene lógicamente con las expectativas en todo lo alto, una vez descubierto el bicho alienígena la historia pierde fuerza por culpa de un guión que no sabe exprimir el potencial de la premisa inicial.
Por un lado, el bicho no tiene el protagonismo necesario y solo hay una aparición importante, que es cuando asedia el bar, pero incluso ahí no llega a asustarnos realmente y los detalles macabros son más inofensivos de lo que debieran. Tampoco hay dinamismo en la planificación y puesta en práctica del plan para enfrentarse al bicho, de manera que la parte central de la historia, donde deberían vivirse los momentos más intensos, transcurre con unos bajones de ritmo inmensos, escenas repetitivas y la impresión de que se rellenan minutos sin mucha convicción.
Por eso, el desenlace nos pilla ya un tanto aburridos y tampoco ofrece nada especialmente memorable como para que terminemos con un gran sabor de boca.
Con una clara referencia a Gremlins (Joe Dante, 1984), incluido el título, precisamente en esa comparación con el film de Joe Dante es donde finalmente comprobamos las verdaderas debilidades de esta película a la que le faltan gamberradas, sentido del humor y más mala leche.
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