El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 2 de mayo de 2023

Un hombre de familia



Dirección: Mark Williams.

Guión: Bill Dubuque.

Música: Mark Isham.

Fotografía: Shelly Johnson.

Reparto: Gerard Butler, Gretchen Mol, Alison Brie, Anupam Kher, Willem Defoe, Dustin Milligan, Maxwell Jenkins, Alfred Molina, Julia Butters, Mimi Kuzyk.

Dane Jensen (Gerard Butler) es un exitoso cazatalentos que vive para su trabajo. Cuando a su hijo Ryan (Maxwell Jenkins) le detecten leucemia, tendrá que replantearse muchas cosas.

La historia de un hombre obsesionado con su trabajo, que antepone a su familia, no es demasiado novedosa como punto de partida. Si además le añadimos un hijo pequeño con cáncer, el peligro de caer en un dramón de proporciones gigantescas resulta evidente. Por lo tanto, la clave está en ver cómo Mark Williams desarrolla estos elementos y comprobar si el resultado se desmarca de lo más temido, un folletón típico de las telenovelas. 

Y creo que Williams consigue sortear los peligros y nos ofrece una película muy equilibrada cuyos mensajes, aunque evidentes, terminan por convencernos.

Para empezar, una de las virtudes de Un hombre de familia (2016) es que, sin eludir los momentos dramáticos evidentes que ha de afrontar, lo hace con muy buen criterio, sin abusar del pañuelo, con cierta elegancia que consigue que no vivamos la historia en esos momentos puntuales como un folletón de libro.  

Además, Dane no solamente es un hombre que vive para su trabajo, sino que vemos que no le importa jugar muy sucio con tal de salirse con la suya y lograr sus objetivos. Está claro que al final encontrará la manera de redimirse de sus pecados y de emprender un nuevo rumbo, pero también el modo en que todo esto está contado resulta convincente; hay tópicos, es cierto, pero expuestos de manera consecuente, lo que hace que se toleren con facilidad.

Dane es ambicioso, hace trampas, puede ser despiadado, pero eso no lo convierte en un ser despreciable. Su retrato está realizado desde un punto de vista humano, alejado de extremismos, de manera que entendemos sus defectos, sentimos que es humano, que se ha equivocado por ambición, pero no es mala persona. Esta es una de las virtudes de esta película, lo que la hace diferente, que no pretende impactarnos a toda costa, no crea caricaturas, sino personajes que sentimos reales y por tanto nos resultan cercanos y comprensibles.

Incluso el hecho de que el jefe de Dane, Ed (Willem Defoe), termine despidiéndolo por no lograr sus objetivos, a pesar de ver por todo lo que había pasado y su historial de éxitos, resulta lo más convincente, pues Ed es presentado como un tipo sin escrúpulos que solo valora los resultados profesionales y cambiarlo al final por alguien más humano hubiera sido una concesión imperdonable. 

Es verdad que el final puede parecer demasiado perfecto, especialmente con la recuperación del hijo gracias a las atenciones de su padre. Lo mismo que el despido, que hace que Dane pueda empezar de cero con nuevos valores profesionales y más cercano a su familia. Me hubiera gustado un final algo menos redondo, pero de nuevo el director consigue que todos estos elementos encajen con cierta elegancia y aunque predecibles y tópicos no resulten demasiado molestos, porque toda la película nos va llevando con naturalidad hacia ese desenlace. Y, siendo sinceros, la muerte del niño habría sido muy traumática y aunque su recuperación suene a peliculera, no por ello no deja de ser muy gratificante y nos quita un peso de encima que habría sido muy doloroso.

Sin embargo, hay un detalle que me ha llamado la atención por encima de todos y que me gustaría destacar: el papel de Elise (Gretchen Mol), la esposa de Dane. Normalmente, la ausencia de Dane del hogar, la desatención a su papel de padre y la enfermedad del hijo habrían sido aprovechadas por cualquier guionista para crear el lógico enfrentamiento entre los esposos. Era lo esperado y lo que solemos ver en casi todos los films parecidos. Pero aquí el guión tiene el buen criterio de no caer en ese recurso tan clásico y en cambio convierte a Elise en una gran mujer, comprensiva, razonable y tan enamorada de su esposo que es capaz de enfrentarse a él sin dejar de mostrarle su amor, de seguir queriéndolo a pesar de su defectos. Parece increíble, pero con Elise el director nos está mostrando, no sé si queriendo o no, un maravilloso ejemplo del amor auténtico. Fue sin duda lo mas sorprendente y lo más hermoso de la película.

Además, Mark Williams sabe llevar el relato con firmeza, de manera que, a pesar de su temática y su duración, nunca llega a cansar, no sentimos que le sobre ni le falte nada y eso habla muy a favor de su trabajo.

Definitivamente, creo que Un hombre de familia, aunque nos cuente algo melodramático y no excesivamente original, tiene la virtud de hacerlo de manera lógica, coherente y humana, lo que termina por hacer que su historia resulte convincente.

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