El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 8 de mayo de 2023

Tolkien



Dirección: Dome Karukoski.

Guión: David Gleeson y Stephen Beresford.

Música: Thomas Newman.

Fotografía: Lasse Frank Johannessen.

Reparto: Nicholas Hoult, Lily Collins, Tom Glynn-Carney, Patrick Gibson, Craig Roberts, Colm Meaney, Genevieve O'Reilly, Harry Gilby, Mimi Keene, David Puckridge, Derek Jacobi.

Mientras está en el frente buscando a un amigo, durante la Primera Guerra Mundial, John Ronald Tolkien (Nicholas Hoult) recuerda su infancia, su adolescencia y sus años en Oxford.

Hacer una película biográfica a menudo no suele dar grandes resultados, pues el guión suele estar más pendiente de relatar acontecimientos que de penetrar en el alma del protagonista y el resultado suelen ser películas muy largas y algo pesadas en el desarrollo. Hay excepciones, como la genial Amadeus (Milos Forman, 1984).

Sin embargo, con Tolkien (2019) Dome Karukoski ha logrado crear una película realmente emotiva y conmovedora, quizá porque no ha seguido las reglas del género a rajatabla y ha preferido contarnos una hermosa historia de amistad y de amor que podría pertenecer a cualquiera, aunque en este caso se llame Tolkien.

El relato de Dome Karukoski es realmente brillante en su puesta en escena: decorados, música, iluminación, gusto por crear imágenes hermosas, ritmo pausado, delicados movimientos de la cámara para realzar lo narrado... todo es sublime, de un gusto exquisito. Pero de nada habría servido todo este despliegue de sensibilidad si el contenido no hubiera estado a su altura. Pero lo está. Incluso algunos pasajes superan la puesta en escena en la belleza de lo que cuentan y en cómo lo hacen, porque uno de los méritos del director reside en dotar a los momentos importantes de una profundidad emocional genuina con una total simplicidad. Y es que no se necesita mucho más cuando lo que se cuenta tiene verdadero calado humano. Y Tolkien lo tiene.

La escena de la muerte de la madre (Genevieve O'Reilly), perfecta en su sencillez y su intensidad, sería el ejemplo perfecto de la sensibilidad de Dome Karukoski en su puesta en escena. Lo mismo que el momento en que Tolkien y Edith (Lily Collins) juegan y bailan mientras escuchan una ópera entre bastidores y finalmente se besan. Pero no son momentos aislados, toda la película destila esa sensibilidad para contar una bonita historia de camaradería, complicidad, sueños y amor.

Los pasajes de la vida del joven escritor ilustran detalles que influirán en su obra y se verán reflejados en sus libros, como la amistad con sus tres compañeros de colegio o su relación con Edith. Son detalles que cuentan a la hora de narrar una biografía pero, aunque no hubieran tenido relación con su obra, su belleza intrínseca los hace ya valiosos de por sí y eso es lo que finalmente diferencia a esta película de otras del género, lo que la hace diferente y valiosa, por lo que cuenta, independientemente de la persona de quién lo cuenta.

Sin duda, una biografía que merece la pena, no por el personaje ni sus méritos, sino sobre todo porque estamos ante cine del bueno.

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