Dirección: Wash Westmoreland.
Guión: Wash Westmoreland, Rebecca Lenkiewicz y Richard Glatzer.
Música: Thomas Adès.
Fotografía: Giles Nuttgens.
Reparto: Keira Knightley, Dominic West, Denise Gough, Fiona Shaw, Rebecca Root, Eleanor Tomlinson, Aiysha Hart, Robert Pugh, Sloan Thompson, Arabella Weir.
Gabrielle Colette (Keira Knightley), una joven de provincias, se va a vivir a París una vez casada con Willy (Dominic West), un amigo de su padre que será su mentor, animándola a dar sus primeros pasos como escritora, si bien sus escritos se publican con el nombre de su marido.
El género de las biografías me parece realmente complicado, pues requiere una mano decididamente firme a la hora de saber elegir aquello importante que deseamos mostrar en la película. A menudo el error más evidente es intentar abarcar demasiado y el resultado suele ser un film inconexo, hecho de trozos de una vida, como un puzzle tosco y feo.
Por eso una de las sorpresas agradables que nos brinda Colette (2018) es la de un relato cohesionado y coherente, que ofrece una interesante visión de la vida de esta mujer que vivió con una libertad insólita para la época. Hablo de mujer, no de la escritora, porque la película, creo que muy acertadamente, se centra en la vida de Colette más que en su obra, que aparece ocasionalmente, pero no acapara el protagonismo.
Esta decisión es importante porque la vida de Colette es lo suficientemente interesante como para proporcionar material suficiente para una cinta atractiva y con no poco interés, en cuanto Colette supo hacer valer sus criterios, tanto estéticos como personales y sexuales en una época en que las mujeres estaban supeditadas a la autoridad de sus maridos. Colette es pues, sobre todo, el retrato de una mujer decidida a llevar la vida que desea, capaz de mostrar sus inclinaciones lésbicas sin complejos y capaz de tomar las riendas de su vida y, llegado el momento, cortar los lazos con su marido que, si bien le ayudó a sus primeros pasos como escritora, no dudó en apropiarse de sus obras y comercializar con ellas sin consultárselo siquiera.
Es verdad que a favor de Willy hay que decir que permitió la libertad sexual de su esposa, aunque también "obligado" por su propio comportamiento libertino y sus numerosas infidelidades. Pero tampoco podemos olvidar que estamos en París, en una sociedad mucho más moderna que cualquier otra de su tiempo.
En cuanto al film en sí, hemos de reconocer que la puesta en escena es impecable y el director además logra construir un relato que avanza con agilidad y no llega a cansar en ningún momento, a pesar de su duración. A ello contribuye evidentemente la acertada elección de los momentos de la vida de la protagonista, uniendo con inteligencia aquellos más convencionales con esos detalles de la vida amorosa de Colette mucho más sorprendentes. Es posible, sin embargo, que el relato resulte demasiado conservador, sin atreverse a profundizar en los detalles más escabrosos. Pero creo que caer en algunos excesos no habría sido tampoco muy necesario, pues la película tal y como transcurre nos informa convenientemente de los aspectos más importantes de la vida de la escritora y cebarse en determinados detalles podría resultar un tanto morboso y quizá contraproducente.
Lo que sí que es cierto es que la película pasa un tanto superficialmente sobre todos los temas importantes, algunos personajes secundarios se quedan en penumbra, sin destacar como debieran, por ejemplo Missy (Denise Gough) y, especialmente, la personalidad de la propia Colette se percibe mínimamente. Quedan demasiadas sombras en el aire y uno tiene la sensación cuando termina de ver la película de que no la conoce como le hubiera gustado. Volvemos, con esto, al difícil equilibrio entre profundidad y agilidad, ser demasiado detallista o elegir un enfoque más ameno.
No hay que olvidar desde luego el trabajo de Keira Knightley, realmente magnífica y responsable en gran medida de que la imagen de la protagonista nos llegue con la fuerza y el atractivo imprescindibles para "enamorarnos" del personaje.
Sin llegar a ser una obra mayor, Colette resulta un film muy equilibrado, ágil y realmente interesante para conocer las costumbres del París de principios del siglo XX, su ambiente cultural y, en especial, una figura tan atractiva como la de Colette.
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