El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 4 de mayo de 2023

Secretos de Estado



Dirección: Gavin Hood.

Guión: Sara Bernstein, Gregory Bernstein y Gavin Hood

Música: Paul Hepker y Mark Kilian.

Fotografía: Florian Hoffmeister.

Reparto: Keira Knightley, Matt Smith, Matthew Goode, Ralph Fiennes, Adam Bakri, Indira Varma, Tamsin Greig, Conleth Hill, Kenneth Cranham, Lee Byford. 

En el año 2003, en vísperas de la Guerra de Iraq, Katherine Gun (Keira Knightley), traductora en el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno Británico, accede a un documento secreto en que Estados Unidos propone que se chantajee a miembros de la ONU para que voten a favor de la guerra. Escandalizada por esa manipulación, Katherine filtra el documento, que llega a la prensa.

Secretos de Estado (2019) tiene el mérito de contar un hecho verídico, lo que aporta sin duda mucha más fuerza al relato; no estamos ante una ficción política, sino una triste realidad que corroboró lo que muchos ya pensaban: la Guerra de Iraq se montó a base de engaños y los políticos que la "vendieron" se apoyaban en mentiras siendo conscientes de ello.

Secretos de Estado trata de otra manipulación más, de un chantaje premeditado para lograr los votos necesarios en la ONU para que legitimara la guerra.

El mérito de la película es que realiza una exposición de los hechos clara y directa, sin artificios, salvo el consabido arranque tan de moda en que se muestra una escena del final, recurso que me sigue pareciendo bastante inútil por cierto. Salvo este detalle, Gavin Hood se muestra conciso y sobrio, huyendo de cualquier dramatización artificial que pudiera comprometer la intención primordial de su película: mostrar la verdad sobre la manipulación de la opinión pública, las mentiras ocultas bajo secretos de estado que son infames artimañas de políticos ambiciosos y sin escrúpulos, que no dudaban en mentirle a la cara a sus ciudadanos y cuya irresponsabilidad provocó miles de muertos y heridos y el dolor para civiles inocentes. El presidente Bush, Tony Blair y, en España, Aznar, vivieron en una mentira y lograron finalmente pasar a la historia como símbolos de la vergüenza política, el abuso de poder y la deshonestidad absoluta.

Keira Knightley demuestra que ha alcanzado una madurez como actriz de manera incuestionable y realiza un trabajo asombroso, capaz de mostrar su fragilidad al tiempo que su determinación con una actuación impresionante.

El mayor inconveniente de Secretos de Estado es el interés que puedan despertar estos hechos, especialmente conforme pase el tiempo. Al no buscar la efectividad ni el dramatismo forzados, la película crea su propia limitación, basando su potencial impacto únicamente en los hechos narrados. Si bien técnicamente es impecable y el relato que ofrece certero, falta emoción y si uno no siente especial afinidad por este tipo de argumentos, el resultado puede ser un film frío.

En todo caso, creo que el trabajo es muy meritorio y más que como espectáculo cinematográfico quizá deberíamos valorarlo como testimonio histórico.

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