El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 2 de mayo de 2023

La última cacería



Dirección: Richard Brooks.

Guión: Richard Brooks (Novela: Milton Lott).

Música: Daniele Amfitheatrof.

Fotografía: Russell Harlan.

Reparto: Robert Taylor, Stewart Granger, Lloyd Nolan, Debra Paget, Russ Tamblyn, Constance Ford, Joe DeSantis, Ainslie Pryor, Ralph Moody. 

Conociendo la reputación de Sandy McKenzie (Stewart Granger) como cazador de búfalos, Charles Gilson (Robert Taylor) le propone asociarse con él. Aunque Sandy está cansado de matar a los animales, acude finalmente al estar arruinado.

La última cacería (1956), también conocida en España como La última caza, es un curioso western que aboga por una defensa abierta de la tolerancia, la convivencia y el amor por la naturaleza. Podría catalogarse sin problema alguno como un western ecologista.

El film se asienta en la confrontación de dos personas completamente opuestas. Mientras que Sandy es un hombre que ha aprendido a ser tolerante y respetar a todo el mundo, Charles es un tipo obsesivo, lleno de odio hacia todo y hacia todos, especialmente hacia los indios. Para él la violencia no solo está justificada siempre, sino que matar es la forma de sentirse vivo. Pero como bien lo explica el viejo Woodfoot (Lloyd Nolan), Charles en realidad se odia a sí mismo, por eso odia a todos.

Lo curioso de la película es que uno espera en cualquier momento el estallido del conflicto entre Charles y Sandy y más cuando recogen a una joven india (Debra Paget) por la que ambos se sienten atraídos. Sin embargo, la originalidad de la película reside en que Sandy es capaz de contenerse siempre, evitando el enfrentamiento con Charles y no tanto por temerlo, sino porque lo compadece y lo comprende, aunque no apruebe su comportamiento.

Conforme avanza la cacería, Charles se irá volviendo cada vez más inestable, llegando a la locura que le llevará a su propia muerte.

Muchos son los elementos interesantes de La última cacería, un film dirigido con gran precisión por Richard Brooks que demuestra cómo se puede emocionar e implicar al espectador con la sensibilidad necesaria. La secuencia, por ejemplo, de la cacería de búfalos, sin necesitar de ningún artificio, es demoledora por la crueldad que refleja simplemente mostrando la muerte de unos animales indefensos. No se puede ser más rotundo de un modo tan sencillo.

La película además se apoya en el buen hacer de sus dos estrellas: Robert Taylor, que hace un trabajo escalofriante encarnando a Charles, solamente con su mirada es capaz de transmitir toda su rabia; y Stewart Granger, un actor que nunca me gustó demasiado, pero que aquí realiza un gran trabajo, de lo mejor que le he visto. Además, me gustaría destacar a Lloyd Nolan, un actor no muy conocido pero que tiene un papel muy interesante, un viejo filósofo a su manera, y que completa un muy buen trío principal. Debra Paget, por el contrario, resulta mucho más inexpresiva y solamente aporta una belleza un tanto gélida.

A destacar también los diálogos, mucho más profundos de lo que se podría esperar de un género más dado a otro tipo de reflexiones, normalmente más simples.

Un western en definitiva diferente, con una temática realmente original, ofreciendo una visión mucho más humana y comprensiva sobre la vida en el Oeste, con una denuncia muy conmovedora y certera sobre el extermino de los búfalos y también de los indios, recluidos los supervivientes en reservas donde intentaban sobrevivir en condiciones miserables.

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