Dirección: Roger Michell.
Guión: Aline Brosh McKenna.
Música: David Arnold.
Fotografía: Alwin Küchler.
Reparto: Rachel McAdams, Harrison Ford, Diane Keaton, Patric Wilson, Jeff Goldblum, John Pankow, Matt Malloy, Patti D'Arbanville, Ty Burrell.
Tras ser despedida de la cadena en la que trabajaba por recortes de presupuesto, Becky Fuller (Rachel McAdams) consigue que la contraten en una cadena nacional para producir un programa matinal que está en crisis. Insensible al desaliento, Becky intentará reflotarlo a toda costa.
Morning Glory (2010) es el retrato de los esfuerzos sobrehumanos de una joven por sacar adelante un programa en coma y, al mismo tiempo, demostrarse a sí misma y a su desconfiada madre (Patti D'Arbanville) que es capaz de salir adelante en la profesión. No se trata de la historia de una ambición, sino de una mujer con amor propio que intenta dar lo mejor de sí misma.
No falta el típico romance, pero es un tema realmente secundario porque lo importante es mostrar los esfuerzos de Becky y cómo tiene que lidiar con su jefe (Jeff Goldblum) o con un veterano reportero (Harrison Ford) venido a menos completamente desmotivado.
Para engancharnos a una historia bastante sencilla y sin demasiadas sorpresas argumentales, Roger Michell echa mano de un ritmo acelerado, con una banda sonora pegadiza y situaciones al límite en las que sabe sacar partido de las oportunidades a su alcance, de manera que la película está constantemente salpicada de pequeños detalles graciosos que nos mantienen la sonrisa en los labios. Pero la gran baza del director es contar con Rachel McAdams. Si ya me había encantado en películas como El diario de Noa (Nick Cassavetes, 2004), aquí sencillamente es el alma de la función. Alegre, chispeante, encantadora, atolondrada o histérica, Rachel McAdams te enamora desde el primer instante y convierte su actuación como una explosión de vitalidad.
Es verdad que la historia no es precisamente un dechado de originalidad y el triunfo del trabajo, la fe en uno mismo, la empatía con los demás, la sinceridad, la honestidad y el buen corazón suenan a cuento de hadas. Y en realidad, es más a lo que se asemeja la película que a otra cosa, porque siendo sinceros el final tan maravilloso en el que se solucionan todos los conflictos no es creíble en absoluto. Y sin embargo, me parece un final perfecto porque toda la historia es así, una cuento bienintencionado, un intento de alegrarnos la existencia presentando una realidad irreal, pero que en el fondo nos encantaría que se hiciera realidad y, desde esta perspectiva, no hay otro final posible que el de la redención de los descreídos, la salvación del programa y el éxito de una mujer decidida, honesta y buena persona.
Está claro que solamente con un espíritu optimista se pueden obviar los defectos de Morning Glory y disfrutarla sin remordimientos.
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