Dirección: Mike Newell.
Guión: Don Roos, Kevin Hood y Thomas Bezucha (Novela: Mary Ann Shaffer y Annie Barrows).
Música: Alexandra Harwood.
Fotografía: Zac Nicholson.
Reparto: Lily James, Michiel Huisman, Glen Powell, Jessica Brown Findlay, Katherine Parkinson, Matthew Goode, Tom Courtenay, Penelope Wilton.
Juliet Ashton (Lily James), una joven escritora, descubre por casualidad la existencia de La sociedad literaria y el pastel de piel de patata, con sede en la isla de Guernsey, y llena de curiosidad decide conocerlos.
La sociedad literaria y el pastel de piel de patata (2018) es la adaptación del libro homónimo, éxito de ventas, publicado en 2008 y del que estaba claro que terminaría recibiendo una adaptación al cine.
La película cuenta una bonita historia con un episodio lleno de suspense que articula el desarrollo de la historia. Mike Newell realiza un trabajo excelente desde una dirección elegante apoyándose en una fotografía preciosista, unos hermosos paisajes y un diseño de producción cuidado hasta el mínimo detalle. En definitiva, la película reúne todos los ingredientes para convertirse en un film de calidad. Y sin embargo, no lo consigue del todo.
El principal problema reside en que la historia resulta tremendamente convencional y no depara ninguna sorpresa. El final está cantado desde el momento mismo en que Mark Reynolds (Glenn Powell), el novio de Juliet, le pide que se case con él y ella acepta. Una vez adivinado el desarrollo y el desenlace, la película pierde gran parte del interés, pues vamos siempre un paso por delante de lo narrado, de manera que sabemos que la separación de Juliet de Dawsey (Michiel Huisman) y los otros miembros de la sociedad literaria será solamente temporal, un pequeño truco del guión.
Solamente para variar, me hubiera gustado que la visita de Juliet a la isla no se viera acompañada del consabido romance, por una vez el final feliz habría estado en otra parte, o no estado simplemente. Cuadrar todas las piezas perfectamente no es siempre la mejor opción.
Solamente el misterio sobre lo sucedido durante la ocupación nazi de la isla y el destino de Elizabeth (Jessica Brown Findlay), miembro de la sociedad literaria, hacen que la historia mantenga un punto de interés. Sin embargo, tampoco esta trama resulta al final especialmente memorable, con lo que sufrimos un pequeño desencanto, pues las expectativas parecían anunciar algo con más entidad.
La impresión general es que más que una historia real el argumento se asemeja a un cuento en el que todo resulta perfecto, hermoso, poético y con el final ideal esperado. Y es todo ese dulzor y perfección lo que restan fuerza a la historia, que se disfruta con agrado, pero sin que sintamos que es del todo verosímil.
Incluso la dulce Lily James termina por resultar demasiado perfecta, demasiado sensible, sin que podamos reprocharle nada a su trabajo en realidad, pero es que su personaje parece sacado de un cuento de Disney.
Pero cuidado, la película no es mala ni mucho menos y algunas escenas logran de verdad emocionarnos, porque hablan de traiciones, de pérdidas dolorosas a causa de la guerra, de sentimientos hermosos como la amistad o el reconocerse junto a otros seres humanos. No hay nada malo en todo esto, salvo que en la cinta está presentado de manera demasiado convencional.
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