Dirección: Glenn Ficarra y John Requa.
Guión: Glenn Ficarra y John Requa.
Música: Nick Urata.
Fotografía: Xavier Grobet.
Reparto: Will Smith, Margot Robbie, Rodrigo Santoro, Gerald McRaney, Adrian Martinez, Robert Taylor, BD Wong, Brennan Brown, Dominic Fumusa.
Nicky Spurgeon (Will Smith), un experto estafador, conoce a Jess (Margot Robbie), una estafadora también pero sin mucha experiencia. Ante los ruegos de Jess, Nicky decide emplearla en uno de sus golpes.
Focus (2015) quiere ser una comedia de enredos en torno a un timador experto y su joven aprendiz. El problema es que no funciona muy bien en ningún aspecto, perjudicada por un guión vacío y absurdo.
La idea de una comedia sobre el mundo de los timadores no es nueva, pero tiene los suficientes elementos como para que pueda funcionar adecuadamente. Además, los directores tienen un as importante, como es contar con Will Smith, que es una garantía de eficacia, además de su gancho como estrella reconocida, y Margot Robbie, una actriz más que aceptable y con un encanto personal incuestionable. Juntos, forman una pareja que funciona a la perfección, adornando con eficacia el producto.
Pero todo lo anterior no es suficiente si no contamos con un guión sólido que de sentido al resto. Y los directores y guionistas no han sido capaces de crear una historia mínimamente creíble.
Para empezar, los personajes no tienen profundidad, solo se mueven en un plano superficial, ni siquiera el romance entre ellos tiene un poco de peso. Y la trama se desarrolla a golpes de efectos, pero sin resultar interesante ni plausible. Es un juego, todo humo, música y algo de ritmo para adornar las secuencias. Pero falta dramatismo, falta un desarrollo coherente, algo que nos involucre y nos emocione en las andanzas de los protagonistas, que se encuentran, se separan y se vuelven a encontrar sin una explicación convincente, sino al capricho de un guión tramposo, vacío y decepcionante.
Con todo esto, no es de extrañar que veamos los sucesos sin ningún apego, ni siquiera en los momentos supuestamente más dramáticos, pues es muy difícil creerse nada del relato, de manera que los giros sorprendentes tampoco nos alteran lo más mínimo, primero porque son absurdos y segundo porque jamás nos metemos en una historia que no tiene mucho sentido de principio a fin.
Focus no es nada. Una película sin una trama sólida, con personajes de pacotilla y enredos tan absurdos que es imposible tomarlos ni medio en broma. Es el cine de hoy en día: un mero espectáculo sin sentido que ni siquiera se toma la molestia de disimular sus carencias.
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