Dirección: George Stevens.
Guión: Morrie Ryskind.
Música: W. Franke Harling.
Fotografía: Joseph Walker (B&W).
Reparto: Irene Dunne, Cary Grant, Beulah Bondi, Edgar Buchanan, Ann Doran, Eva Lee Kuney, Leonard Willey, Wallis Clark.
Julie (Irene Dunne) ha decidido dejar a Roger (Cary Grant), su marido, convencida de que ya no se necesitan, y mientras espera para acudir a la estación del tren, escucha los discos que han marcado su vida y recuerda.
Serenata nostálgica (1941) es un conmovedor drama sobre las consecuencias para los padres de la pérdida de una hija. Sensible y emotiva, la película suponía la tercera colaboración de la pareja protagonista, tras La pícara puritana (Leo McCarey, 1937) y Mi mujer favorita (Garson Kanin, 1940).
Aunque el comienzo de la historia es ligero, con el romance de Julie y Roger, que queda prendado de ella nada más verla en la tienda de discos, lo que le lleva a comprar una buena cantidad para poder estar a su lado, en realidad la historia es un drama bastante duro sobre las desgracias que le suceden a la pareja protagonista en cuanto deciden tener un hijo. Primero, con el aborto de Julie, que además la deja incapacitada para tener más hijos, y después con la muerte de la niña que finalmente habían adoptado, no sin muchas dificultades, pues la situación financiera de Roger casi les cuesta perder la custodia.
George Stevens demuestra que sabe enfocar el drama con muy buen pulso y logra algunos momentos en los que realmente consigue que vivamos el dolor de los padres como si fuera algo personal. El problema es que algunas escenas en la parte central resultan poco fluidas, como los primeros momentos del bebé adoptado en casa. Entiendo que la intención es hacernos comprender los miedos y dudas de Julie y Roger a la hora de cuidar a la niña, pues no tienen idea ni de los cuidados más elementales, a lo que se suma el nerviosismo y el miedo a hacer algo mal, pero es evidente que esos momentos carecen de ritmo y resultan demasiado largos.
Tampoco el recurso de los discos que llevan a Julie a recordar etapas importantes de su vida me pareció muy interesante; es cierto que resulta curioso, pero quizá el volverse tan repetitivo termina por quitarle eficacia.
En cambio, Cary Grant está soberbio, logrando incluso estar nominado al Oscar, que finalmente fue a parar a Gary Cooper por El sargento York (Howard Hawks, 1941), y lo mismo podemos decir de Irene Dunne, una actriz bastante olvidada, tal vez por su pronta retirada del cine en 1952, pero con un gran talento, como lo demuestra que estuvo cinco veces nominada al Oscar a la mejor actriz. Curiosamente, en su vida real también fue madre adoptiva de una niña.
Seguramente faltan elementos para que Serenata nostálgica tuviera más peso específico puesto que, aunque sin grandes defectos en su conjunto, también es cierto que no logra ser un film redondo. Aún así, es de esas películas del período clásico que con sus defectos demuestran una manera de hacer cine que ya quisieran para sí muchas producciones actuales.
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