El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 21 de mayo de 2023

Midnight in Paris



Dirección: Woody Allen.

Guión: Woody Allen.

Música: Varios.

Fotografía: Darius Khondji.

Reparto: Owen Wilson, Marion Cotillard, Rachel McAdams, Corey Stoll, Kurt Fuller, Mimi Kennedy, Kathy Bates, Michael Sheen, Léa Seydoux, Alison Pill, Tom Hiddleston, Gad Elmaleh, Carla Bruni, Adrien Brody, Yves Heck, Nina Arianda. 

Durante un viaje a Paris con su prometida (Rachel McAdams) y su familia, Gil Pender (Owen Wilson), un guionista que sueña con convertirse en escritor, fantasea con la idea de quedarse a vivir ahí, al igual que tantos escritores americanos en los años 20.

Midnight in Paris (2011) no figurará entre las obras maestras de Woody Allen. Puede que el director ya haya tocado techo allá atrás, con Annie Hall (1977) o Manhattan (1979), y es que nivel es muy difícil de igualar.

Pero sin embargo, a lo largo de su dilatada carrera, Allen ha demostrado que no es un artista al que se le agotaran las ideas. Siempre tiene algo que contarnos, a veces con más ingenio o más gracia, pero con cada nueva película sigue demostrando que es un narrador rico en recursos, maravilloso en sus planteamientos y que siempre deja un camino abierto por el que nos permite caminar. Sus historias parecen no tener un principio ni un final. Son instantes, momentos escogidos de otras vidas, de otros sueños. Y siempre hay una reflexión, sobre el amor, la existencia, el pasado, la realidad, la magia o la muerte. O todas juntas, y casi siempre con una mirada divertida.

Midnight in Paris nos habla de nostalgia, de esa idea romántica de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Es la idealización con la que miramos a tiempos remotos, pintándolos con las virtudes imposibles de nuestros sueños. Para Gil, ese sueño se sitúa en Paris, en los años 20. Y con la facilidad que tiene Woody Allen para inventarse mundos, Gil es transportado, cada noche, a aquella época dorada donde se encuentra con los artistas que definieron esa época, en pintura, en música, en baile y literatura. Puede que sea solo en la imaginación de Gil o que ese viaje en el tiempo sea real. Es la magia del cine, que nos brinda una puerta a mundos perfectos donde todo es posible.

Y con la naturalidad de un artista, Woody Allen nos regala una bonita historia de amor y también un viaje interior por el que Gil encuentra su camino, se define y encuentra el valor para romper con una vida que no le hace feliz para vivir su sueño. 

Lo gracioso es la manera tan simpática en que Allen da una vuelta de tuerca a la nostalgia de Gil, de manera que si para él el paraíso está en el Paris de los años 20, para Adriana (Marion Cotillard), la mujer de la que se enamora en esa época, el paraíso está en la Belle Epoque y para los artistas de ese período su ideal es el Renacimiento. Cualquier tiempo pasado fue mejor.

Con una fotografía realmente preciosa, Allen recrea un París de ensueño, mágico, que brilla bajo los pasos de Gil y que convierte su sueño en el de todos los espectadores. Francia queda en deuda con el director, pues no se puede realizar una mejor promoción de su capital.

Repito lo mencionado al comienzo, no es una de las películas más memorables de Woody Allen, pero Midnight in Paris tiene esa magia y esa calidad características de un artista con una personalidad única. Lástima que por cuestiones de edad, no pudiera interpretar el propio Allen al protagonista. Una pena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario