Dirección: Compton Bennett y Andrew Marton.
Guión: Helen Deutsch (Novela: H. Rider Haggard).
Música: Mischa Spoliansky.
Fotografía: Robert Surtees.
Reparto: Deborah Kerr, Stewart Granger, Richard Carlson, Hugo Haas, Lowell Gilmore, Kimursi, Siriaque, Sekaryongo, Baziga.
Allan Quatermain (Stewart Granger), un experto cazador, acepta servir de guía a Elizabeth Curtis (Deborah Kerr) en la búsqueda de su esposo, desaparecido en una desconocida región de África mientras buscaba las minas del rey Salomón.
Las minas del rey Salomón (1950) es el típico film de aventuras de mediados del siglo XX, con todos sus aciertos y también sus lógicos defectos. Sin embargo, al final suelen pesar más los primeros, sobre todo porque el paso del tiempo y la evolución del género, a peor desde mi punto de vista, le dan un empaque a este tipo de películas que compensan las limitaciones técnicas más que evidentes, en especial con el recurso de las transparencias, que a día de hoy está claro que ha quedado obsoleto.
Lo importante en los films del género es transmitir la aventura, lo exótico, el peligro de tierras y culturas extrañas. Y Las minas del rey Salomón cumple esta premisa con nota: las imágenes de los animales africanos, con una estampida espectacular incluida; las muestras de las culturas nativas, con sus ritos, supersticiones y danzas, todo ello demuestra el esmero de realizar una película completa, sin escatimar recursos para que podamos sentirnos inmersos en las selvas y paisajes africanos. Incluso vemos el nacimiento de una cría de cocodrilo, un detalle realmente maravilloso.
Quizá donde flojea más la historia, fruto de un guión no muy profundo, es en la aventura en sí de los protagonistas, que a veces parece que van de paseo y todos los grandes peligros pronosticados no se plasman con la fuerza necesaria. Puede que influya el hecho de que en este tipo de aventuras se sabe de antemano el final feliz, pero aún así creo que al viaje de Quatermain le falta intensidad.
Y del mismo modo, el consabido romance entre el explorador y Elizabeth tampoco tiene la fuerza necesaria para que lo vivamos con pasión, quedando un tanto superficial, limitándose todo a un par de besos.
Lo bueno es contar con Stewart Granger y Deborah Kerr como protagonistas. Él tiene un indudable atractivo para este tipo de papeles y lo demostrará en otros films de aventuras como El prisionero de Zenda (Richard Thorpe, 1952) o Scaramouche (George Sidney, 1952). Deborah Kerr, por su parte, tiene una elegancia natural innegable, además de ser una actriz solvente para cualquier papel. Como pareja, funcionan admirablemente y de haber sabido dotar de más fuerza a su romance, la película habría ganado mucho.
Con el gran acierto de llevar el rodaje a África, lo que le da a la película un toque innegable de autenticidad, para aquellos a los que les gusten las aventuras a la antigua usanza, con su épica, su romance y su simpleza, Las minas del rey Salomón será un buen pasatiempo.
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