Dirección: Kenneth Lonergan.
Guión: Kenneth Lonergan.
Música: Lesley Barber.
Fotografía: Jody Lee Lipes.
Reparto: Casey Affleck, Michelle Williams, Kyle Chandler, Lucas Hedges, Tate Donovan, Erica McDermott, Matthew Broderick, Gretchen Mol, Kara Hayward, Susan Pourfar.
Lee Chandler (Casey Affleck), un tipo solitario y con no muy buen carácter, trabaja en el mantenimiento de varios edificios de apartamentos en Boston. Un día recibe la noticia de que su hermano Joe (Kyle Chandler) ha tenido un infarto y ha de regresar a su pueblo natal, Manchester.
Manchester frente al mar (2016) es la crónica de un hombre destrozado. Es una película sin concesiones al espectador, no hay redención ni solución a la tragedia, ni siquiera con el paso del tiempo. Acostumbrados como estamos a historias de superación con un reconfortante final feliz, aquí no tenemos a dónde agarrarnos.
Kenneth Lonergan, director y guionista, imprime a la historia un ritmo pausado que hace que cueste un poco entrar en la película, especialmente porque desconocemos todo de los personajes y no iremos descubriendo el pasado de Lee hasta bien entrada la cinta y ello a base de continuos saltos atrás en el tiempo, que en esta ocasión están llevados con absoluta precisión, de manera que nunca perdemos el hilo de lo que sucede ni confundimos presente y pasado. Es una manera de ir adentrándonos en el drama que funciona maravillosamente bien. A medida que vamos conociendo mejor a Lee, especialmente la trágica pérdida de sus tres hijos, empezamos a participar de su dolor de manera natural, sin cargas dramáticas adicionales, porque no se busca conmocionarnos ni recrearse en los momentos más duros de la historia, sino de compartir con el espectador una experiencia desoladora, uno de esos golpes que depara la vida para los que nunca estamos preparados.
El mérito pues del director es conseguir emocionarnos sin dramatismos baratos y en ello también influye mucho la soberbia actuación de Casey Affleck, merecido ganador del Oscar, que muestra su dolor con un abatimiento sobrecogedor. Lee está vivo simplemente porque respira, pero en todo lo demás es como un cadáver. Nada le interesa, no tiene expectativas ni ilusión y solamente a veces el dolor le obliga a expulsarlo con violencia, pero la mayor parte de su vida transcurre en medio de la indiferencia y la desgana.
Algunas veces, los dramas que vemos en muchas películas suenan un poco a trampa, a un esfuerzo intencionado del guión para someternos a un dolor calculado y planificado. Manchester frente al mar destila autenticidad por todos lados, a pesar de que la muerte de los niños podría sonar a melodrama barato. Pero no es así, el guión es tan bueno, capta tan bien el estado de ánimo de Lee, su abandono, que vivimos un drama absolutamente verídico y tan certero que es imposible no sentir, al final de la película, un abatimiento cercano al del protagonista, pues nos hemos metido en su piel de un modo muy íntimo y natural.
La cinta también se llevó el Oscar al mejor guión original.
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