Dirección: David Butler.
Guión: Don Hartman, Melville Shavelson y Everett Freeman.
Música: David Rose.
Fotografía: Victor Milner y William Snyder.
Reparto: Bob Hope, Virginia Mayo, Walter Slezak, Walter Brennan, Victor McLaglen, Hugo Haas, Marc Lawrence, Bing Crosby.
La princesa Margaret (Virginia Mayo) huye en un barco para no tener que obedecer los designios de su padre y casarse con un hombre al que no ama. En ese mismo barco viaja también Sylvester (Bob Hope), un artista de variedades no muy bueno. Cuando el temible pirata conocido como "The Hook" (Victor McLaglen) captura el barco, sus destinos quedarán unidos.
No es el mejor cómico de la historia, queda muy lejos de los grandes maestros y sin embargo Bob Hope tiene algo extraño y curioso: cae bien si tener el físico para ello, pues su presencia no es especialmente graciosa, más bien se inclina hacia cierto tipo de galán algo anticuado, pero tiene gracia, suelta las frases con una agilidad maravillosa y ha logrado hacerse un hueco en el cine cómico con un estilo genuino, una especie de anti héroe que sin embargo acaba saliendo de los apuros con más o menos brillantez.
En esta ocasión, Bob Hope parodia los films de aventuras de piratas, con todos los elementos típicos del género: el pirata con el garfio en vez de mano, interpretado por el maravilloso Victor McLaglen, más habitual de westerns; el gobernador corrupto (Walter Slezak) y la bella princesa (Virginia Mayo). En su línea, Bob Hope interpreta a un cómico de segunda categoría y bastante cobarde, sin avergonzarse de ello.
Se trata de un guión concebido específicamente para el lucimiento del actor, por lo que no podemos buscarle ni mucha lógica ni sentido común. Todo el montaje está ideado para que Bob Hope luzca sus dotes cómicas, su gusto por los disfraces y descargue sus réplicas ingeniosas, algunas realmente geniales, si bien también es cierto que la mayor parte de sus bromas resultan un tanto infantiles y demasiado elementales. Pero entre su impericia y sus intentos de mantenerse digno a pesar de sus torpezas y sus disfraces estrafalarios, el resultado es un cómico que cae bien de manera natural e incluso los chistes más básicos en su boca provocan una franca sonrisa.
Hay algunos momentos muy simpáticos, jugando con la confusión de identidades, como el del espejo, donde parece rendir homenaje a los Hermanos Marx, que podrían considerarse inspiradores de su estilo, y su famosa escena de Sopa de ganso (Leo McCarey, 1933), donde se evidencia por cierto la diferencia de calidad entre ambos momentos de manera evidente.
Otro acierto de la cinta es que no toda la comicidad recae sobre los hombros de Bob Hope, que cuenta con la inestimable ayuda del genial Walter Brennan, con un personaje que nos saca también más de una carcajada.
Para todos aquellos que disfrutan con un humor directo, algo absurdo, basado en los diálogos ingeniosos, sin duda Bob Hope es una opción muy válida. No estamos ante una gran comedia, pero sí que es de esas obras francas que encierran las claves de un humor básico, sin maldad, realmente gratificante en su sencillez.
Por cierto, Bing Crosby, pareja de Bob Hope en la serie de películas conocidas como "Road to...", participa brevemente en la escena final como el enamorado de Virginia Mayo.
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