El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 13 de mayo de 2023

Ex Machina



Dirección: Alex Garland.

Guión: Alex Garland.

Música: Ben Salisbury y Geoff Barrow.

Fotografía: Rob Hardy.

Reparto: Domhnall Gleeson, Alicia Vikander, Sonoya Mizuno, Oscar Isaac. 

Caleb Smith (Domhnall Gleeson) es un programador de la multinacional Bluebook. Un día descubre que ha ganado un concurso que le permite disfrutar de una semana de vacaciones en la residencia del jefe de la empresa, Nathan Bateman (Oscar Isaac).

La ciencia ficción en su vertiente seria, no en la de mero espectáculo de aventuras, siempre planteó dilemas muy interesantes sobre el futuro de la humanidad o los peligros de las investigaciones científicas descontroladas. Básicamente se suele plantear una especie de variante de la historia bíblica de Adán y Eva que, comiendo el fruto del árbol de la ciencia, perdieron el paraíso. Si vamos demasiado lejos con los experimentos, podríamos arrepentirnos. Un lejano precedente lo tendríamos en El doctor Frankenstein (Charles D. Hall, 1931), por ejemplo.

Ex Machina (2014) da vueltas en torno a esta cuestión en relación a la inteligencia artificial, donde el peligro está en un desarrollo tal que las máquinas lleguen a mirarnos por encima del hombro, como seres superiores y pongan en peligro la existencia misma de la raza humana. Pero también la película plantea un tema similar al que veíamos en la genial Blade Runner (Ridley Scott, 1982), sobre el deseo legítimo de un robot de querer vivir todo el tiempo posible, su rechazo de la muerte, lo que los acerca mucho a los hombres.

Pero el verdadero punto fuerte de Ex Machina es el guión tan preciso que ha elaborado Alex Garland, capaz de crear una historia apasionante con los mínimos elementos indispensables. El argumento juega con el espectador, le lleva de la mano hacia dónde quiere de una manera tan precisa que no podemos decir que se trate de un film tramposo, sino sencillamente de una intriga ingeniosa, astuta y maravillosamente expresada por un debutante en la dirección que sin embargo se maneja como un experto.

La belleza plástica de Ex Machina es sorprendente, tanto cuando se recrea en unos paisajes de ensueño como cuando nos muestra las creaciones de Nathan o la fabulosa mansión en la que se ha refugiado. Además, los diálogos son realmente inteligentes y profundos, de manera que todas las cuestiones morales acerca de la creación de inteligencias artificiales o relativas a la condición humana, sus deseos o sus motivaciones no son meras frases rutinarias para salir del paso, sino que plantean interesantes reflexiones y ofrecen puntos de vista muy serios sobre la vida, tanto de los hombres como de las máquinas.

Atención también al trabajo de los cuatro actores de la película, especialmente de la increíble Alicia Vikander, con esa ternura y esa dulzura capaces de desarmar a cualquiera, sin duda la elección perfecta para su papel.

No se puede desvelar nada sobre el argumento, pues estropearíamos irremediablemente la experiencia maravillosa de quién ve la película por vez primera, pero sin duda es una de las cintas más interesantes y sorprendentes que he visto en mucho tiempo. Merece figurar entre ese pequeño grupo de obras de referencia del género y sin duda se convertirá en un clásico. Imprescindible.

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