El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 6 de mayo de 2023

Capitán Fantástico



Dirección: Matt Ross.

Guión: Matt Ross.

Música: Alex Somers. 

Fotografía: Stéphane Fontaine.

Reparto: Viggo Mortensen, George MacKay, Samantha Isler, Annalise Basso, Nicholas Hamilton, Shree Crooks, Charlie Shotwell, Kathryn Hahn, Steve Zhan, Frank Langella, Ann Dowd, Trin Miller, Teddy Van Ee, Erin Moriarty, Missi Pyle. 

Ben (Viggo Mortensen) y Leslie (Trin Miller) viven apartados del mundo, criando a sus hijos según sus propias ideas. Pero cuando Leslie se suicida, por culpa de una enfermedad mental grave, Ben y sus hijos verán peligrar su estilo de vida.

El cine como medio de transmitir una idea, el cine como vehículo para la reflexión. Esa parece la razón de ser de Capitán Fantástico (2016). El problema es cuando se simplifican demasiado las cosas y lo que nos llega puede no ser lo que se esperaba.

La película plantea no pocas preguntas y es complicado poder responder a ellas de manera ecuánime. Seguramente, cada espectador se hará una idea en función de sus creencias. La pregunta clave es hasta qué punto pueden unos padres decidir una manera extrema de criar a sus hijos. Está claro que la labor de unos padres es proteger y educar a sus hijos pero ¿es lícito cuando las ideas son muy radicales? Es evidente que no. Por eso la sociedad ha puesto una serie de normas por encima de la autoridad paterna, como la obligación de la escolarización o la prohibición de malos tratos o abusos.

Por ello es cuestionable si la elección de Ben y Leslie de no escolarizar a sus hijos y vivir aislados en el bosque es la correcta. Matt Ross parece que se empeña en demostrar que sí, pues los niños crecen fuertes, independientes, tienen una buena educación y unos valores mejores que los de la sociedad consumista que han dejado atrás. Al lado de sus primos, que juegan a la consola juegos violentos o no pueden estar cenando sin el móvil, está claro que Ben les ha dado una educación superior a sus hijos.

Sin embargo, esa no es la cuestión y si admitimos que los padres pueden hacer lo que quieran con sus hijos podríamos encontraros con que Ben y Leslie podrían ser radicales de derechas pregonando el racismo o fanáticos religiosos intolerantes. No consiste en si sus ideas nos gustan o no, sino del derecho de ejecutarlas en contra de las normas sociales.

Por otra parte, la exposición que hace Matt Ross tanto de las virtudes como de los inconvenientes de ese modo de vida, así como los defectos de la sociedad de la que se apartan es tan simple que pierde su sentido. Entiendo que quizá el cine no es el vehículo más apropiado para ciertos debates, pero si te embarcas en una película como ésta al menos ten el acierto de exponer tus puntos de vista de manera que no suenen a broma. Algunos comportamientos de Ben son realmente ridículos e infantiles, como salir desnudo de su autobús y justificarlo de manera idiota, y no ayudan a que comprendamos el mensaje, sino que parecen meras concesiones al espectáculo, como si necesitáramos esas bromas o salidas de tono para entender mejor el contenido y ver sus carencias y sus aciertos. Lo mismo pasa con la relación con los cuñados o los abuelos, donde Ben es grosero e irrespetuoso cuando se supone que con su cultura debería mostrar su superioridad moral.

Dejando de lado el mensaje, la puesta en escena peca de simplista y no creo que logre implicar al espectador, pues el mensaje queda difuminado por una exposición torpe. Por ejemplo con la primera parte, cuando se nos cuenta la manera de vivir de la familia, sus logros en educación, en supervivencia y hasta en ocio. Es todo mecánico y no ayuda a que empaticemos demasiado con ellos y más teniendo en cuenta que la primera imagen que se muestra es la muerte de un ciervo, algo que pienso que debería haberse evitado para poder percibir a la familia más amablemente, pues de entrada nos causa rechazo.

Tampoco el desarrollo consigue superar esa cadencia sin nervio y ni en los momentos más dramáticos el director consigue transmitirnos emoción. Es sin duda el mayor defecto que le pongo a Capitán Fantástico, su falta de intensidad, que no nos haga cómplices de las aventuras de la familia protagonista, que al final casi nos es indiferente. Y más aún con un final tramposo que busca un cierto equilibrio entre los dos mundos enfrentados durante toda la película: Ben continuará con su vida ecológica y libre pero sus hijos finalmente van a la escuela. Todos contentos.

Más allá de sus aciertos o fallos, es interesante resaltar el intento de Matt Ross de ofrecer una película diferente, que invite al debate, que nuestra modos de vida alternativos, que exponga las deficiencias de la manera tradicional de vivir, consumista y adoctrinada. Solo por ello Capitán Fantástico merece nuestra aprobación. La pena es no haber sabido difundir esas ideas sin caer en banalidades, pero el intento está ahí y es lo que cuenta.

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