El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 25 de abril de 2010

Infiltrados



En el año 2002 se estrena en Honk Kong Infernal Affairs (Juego sucio en español), logrando en poco tiempo un éxito rotundo en su país, lo que propició su llegada al mercado de Estados Unidos.
Martin Scorsese afirma que con Infiltrados (2006) no está haciendo un remake de la cinta oriental, sino que se ha basado en aquella trama para hacer un film diferente. Como no he visto la película Infernal Affairs no sé el grado de exactitud de la afirmación de Scorsese; por otro lado, me evito las inevitables comparaciones entre ambos films.
Infiltrados cuenta la historia de dos policías de Boston que siguen caminos opuestos aunque similares en el fondo. Colin Sullivan (Matt Damon), joven recluta con una progresión admirable, es integrado en una sección de élite de la policía cuya misión es intentar acabar con el rey de la mafia Frank Costello (Jack Nicholson). Lo que nadie sabe es que Sullivan ha crecido bajo la protección de Costello y es su hombre en el departamento para prevenirle de los movimientos de la policía.
Por otra parte, Billy Costigan (Leonardo Di Caprio) también es un joven recluta al que, debido a su pasado, eligen para que se infiltre en la banda de Costello para lograr capturarlo.
Los planes parecen perfectos, pero pronto, tanto Costello como la policía, comienzan a sospechar que tienen un topo en sus filas y la posición de los dos infiltrados empieza a ser insostenible.
El argumento, como se ve, es un tanto rebuscado, dentro del gusto de algunos guionistas actuales a rizar el rizo de manera insospechada como método de enganchar más al espectador. A mí, en concreto, no acaba de convencerme tanto enrevesamiento y tanta casualidad; y más cuando algunas situaciones no se sostienen demasiado bien. Por ejemplo, al poco tiempo de "fichar" para su banda a Billy, Costello comienza a sospechar que tiene un topo en sus filas. Lo lógico, naturalmente, sería desconfiar de inmediato del recién llegado y someterlo a estrecha vigilancia. Pero parece que Costello no es muy listo y no solo deja a Billy con entera libertad de movimientos, sino que le cree a él antes que a gente que forma parte de su banda desde hace años. Tal vez es que no quede bien explicada esta parte de la trama, pero parece traída con alfileres y no termina de resultar convincente.
Por desgracia, no es este el único punto flojo del guión. Como suele pasar con las historias mal elaboradas, al final siempre aparece una sorpresa. En este caso es el hecho que otro de los policías del grupo especial de Colin Sullivan es también un topo al servicio de Costello. Este giro, que no aporta absolutamente nada a la trama, ni pasada ni futura, es del todo incongruente, absurdo e innecesario. Semeja un recurso sacado de la chistera para poder servirnos un desenlace a todas luces precipitado e ilógico.
Pero parece ser que William Monahan, el sesudo guionista de esta película, siente predilección por los enredos de todo tipo. Así se explica también que la novia de Colin se medio enamore y tenga su aventurilla con Billy, en un nuevo golpe de efecto de este curisoso guión (además de ahorrarse contratar a otra actriz, caso que se hubieran decantado por dos novias, una para cada protagonista, lo que se habría antojado más lógico).
Yo no sé que ha sucedido tras El padrino de Coppola, pero parece como si su larga sombra hubiera colapsado a guionistas y directores a la hora de hacer un film sobre el mundo de la mafia. Casi todas las películas que he visto de este género posteriores a la obra de Coppola son patéticas. Suelen mostrarnos a unos capos que terminan por no resultar creíbles de ninguna manera. Y el caso de Costello es sin duda un buen ejemplo de lo quiero decir.
Independientemente de la actuación de Jack Nicholson (que ya aclaro que no me ha gustado: abusa de gestos exagerados en su línea de sobreactuación más típica), la imagen que se nos da de Costello es la de un rufián de poca monta; nada que ver con el supuesto poder de este mafioso. Su aspecto es con frecuencia desaliñado, su vulgaridad roza lo caricaturesco y su inteligencia parece más que limitada. Todo ello parece cuadrar mal con la idea que estamos ante un lider astuto que trae de cabeza a la policía y el FBI y que es el dueño absoluto de los bajos fondos en Boston. Pero es que además, en ningún momento se da la sensación de ser el jefe de una banda numerosa y organizada; parece más bien un grupito de cinco o seis maleantes en el que el jefe debe hacerlo todo. El que vaya Costello en persona a la venta de unos microchips o recoger una partida de droga, no casa muy bien con lo que supone debe ser una organización seria, donde el jefe suele estar al margen del trabajo sucio para evitar riesgos personales o verse incriminado directamente. No sé, al menos es lo que yo haría si fuese un mafioso con dos dedos de frente. Este error se ve con demasiada frecuencia en este tipo de películas, no sé si sacrificada la lógica al efecto dramático o por impericia y desconocimiento de la realidad.
Con todos estos lastres del guión, está claro que la historia hace aguas por todas partes. Es verdad que el film goza de un reparto sólido, en especial los dos protagonistas (Di Caprio y Matt Damon), que resulta bastante convincente (excepción hecha de Nicholson, por los problemas de la definición de su personaje y su tendencia a la exageración, como decía antes) y también Scorsese es un buen director, lo que se refleja en una narración con ritmo que hace que la larga duración de cinta no se haga pesada.
Los films norteamericanos de un cierto nivel tienen la ventaja de una factura impecable, bien sea a nivel de ambientación y actores como de recursos técnicos. Pero ello no justifica el abandono al que están sometidos últimamente los guiones y los diálogos coherentes. Algunas conversaciones que se suponen claves para compreder a los personajes resultan charlas inconexas, absurdas y soeces y la impresión que uno saca es de un diseño de los personajes y los diálogos estereotipado y simplificado al máximo.
El ejemplo perfecto del estereotipo absurdo y la ordinariez gratuita estaría en el reclutamiento de Billy a manos de un sargento al que dan ganas de coserle la boca. Es una escena excesiva que se sirve fría, sin más justificación que el que tengamos que imaginarnos que es así como se cuecen las habas en el seno de la policía y que recuerda más a una tortura que a la motivación e implicación de un colega a que arriesgue su vida por compañeros tan simpáticos.
La duda que se me plantea es si los guionistas nos dan lo que se supone que nos gusta o si es que al público ya solo le gustan estas simplicidades a base de no ver otra cosa en la mayoría de los filmes actuales.
Los escasos méritos de Infiltrados no bastan para arreglar el desaguisado del guión que lo remata todo con un final absurdo, con varias sorpresas de esas que huelen a engaño y que no termina de cerrar adecuadamente una historia ya de por sí muy mal hilvanada. 

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