El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 17 de abril de 2010

Pascual Duarte


Pascual Duarte (Ricardo Franco, 1976) intenta ser la adaptación de la célebre "La familia de Pascual Duarte" de Camilo José Cela, pero se queda en un film vacío y tosco, difícil de entender al no llegar a profundizar realmente en los personajes.

Pascual Duarte es un campesino de la Extremadura rural y miserable de comienzos del siglo XX que lleva una vida dura, entre malos tratos, pobreza e ignorancia.

El principal problema de la película es que no se llega a comprender el comportamiento de los personajes, en especial el del protagonista, pues uno de los graves errores de esta adaptación es no haber sabido o querido ahondar en el alma de los personajes. Las mayoría reacciones violentas de Pascual quedan sin explicación y parecen fruto de actos espontáneos. Una cosa es optar por la sobriedad y otra despojar de sentido a la historia. Por ejemplo, en la película no se llega a entender el porqué del asesinato de su madre y ello es porque la madre es un personaje totalmente "invisible" a lo largo de la historia, lo que indudablemente le resta todo el sentido a una muerte que nos parece absurda, cuando debería ser una de las escenas claves de la historia.

Por otra parte, tampoco los actores están a la altura: los escasos diálogos carecen de naturalidad y parecen forzados y "teatrales". José Luis Gómez se salva de la quema, aunque tampoco llegamos a comprender su pasividad y aparente apatía, que choca de frente con sus arrebatos violentos, lo que se debe de nuevo al retrato plano que nos ofrece el director.

Incluso el desarrollo de la historia se hace a base de cortes bruscos sin conexión que tampoco aportan nada, más que confusión por momentos.

La ambientación, sin embargo, es lo más acertado de esta puesta en escena y logra reflejar la miseria y pobreza de la España campesina. Pero es un escaso mérito para un conjunto sin hondura, sin ritmo y sin alma que parece resumirse como un ejercicio de estilo más que en una historia bien contada.

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