Basada en un relato de Stephen King, 1408 (Mikael Hafström, 2007) tiene un arranque excelente, que nos intriga y nos va llevando de la mano hacia las entrañas de la historia, pero el tema se va agotando y la trama comienza a caer en lo obvio y la repetición hasta agotarse sin más.
Mike Enslin (John Cusack) es un conocido escritor de novelas de terror que, sin embargo, no cree en fantasmas ni fenómenos paranormales. A lo largo de los años, se ha dedicado a desmontar falsedades y creencias sin base. Así que, cuando recibe una postal donde se le indica que no debe hospedarse en la habitación 1408 del Hotel Dolphin de Nueva York, de terrible fama, toma la decisión de pasar allí una noche para demostrar que no hay nada anormal en dicha habitación.
1408 no es un film demasiado original, desde luego. Al principio la historia nos intriga y parece que nos deparará algo interesante. Las terribles advertencias del gerente del hotel (Samuel L. Jackson) y los primeros minutos del escritor en la habitación prometen una historia aterradora y cautivadora. Pero, por desgracia, no se llegan a cumplir todas las promesas: la cinta se vuelve algo monótona y pronto nos convencemos que la parte central del film se va a limitar a amagos y sustos y poco más. La única esperanza que queda, a partir de entonces, es un desenlace digno que nos deje un buen sabor de boca. Pero de nuevo la cinta cae en lo banal y se resuelve en dos fases, a base de engañarnos torpemente, para no aportar realmente nada que eleve el nivel de la historia.
Es de agradecer, sin embargo, que no se abuse de lo macabro, como suele suceder en la mayoría de las películas del género, sino que se busca la tensión y la angustia hurgando en los miedos del protagonista. Protagonismo que recae exclusivamente en un muy bueno John Cusack, ya que la presencia de Samuel L. Jackson, o de cualquier otro de los actores que aparecen en la película, es meramente anecdótica. El mérito de Cusack es, por tanto, manifiesto, pues en el solito recae todo el peso y la credibilidad de la historia.
Nada pues del otro mundo en una historia que da la impresión que hubiera podido dar más de sí y que, desgraciadamente, se dejó caer en lo predecible y banal.
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