Guión: Agustín Díaz Yanes (Novela: Arturo Pérez-Reverte).
Música: Roque Baños.
Fotografía: Paco Femenía.
Reparto: Viggo Mortensen, Elena Anaya, Unax Ugalde, Eduard Fernández, Enrico Lo Verso, Eduardo Noriega, Juan Echanove, Ariadna Gil, Antonio Dechent, Javier Cámara, Blanca Portillo, Pilar López de Ayala, Pilar Bardem, Cristina Marcos, Francesc Garrido, Nadia de Santiago, Alex O'Dogherty, Carlos Bardem, Nicolás Belmonte, Nacho Pérez, Paco Tous.
Una de las características más reseñables del cine americano consiste en haber sabido crear géneros cinematográficos de momentos concretos de su historia y lograr que resulten atractivos para un espectador de cualquier parte del planeta. Me refiero, por ejemplo, al western o a las películas ambientadas en la época de la Ley Seca.
En el caso del western es curioso como de unos pocos años de historia han sabido generar infinidad de films que vuelven una y otra vez a los mismos escenarios y personajes logrando muchas veces films excepcionales de diferentes directores y filmados en décadas muy divergentes.
En España, con un pasado ciertamente rico en gestas (pensemos nada más en la Reconquista o el descubrimiento de América) no se ha generado nada similar. Tal vez, recientemente, la serie de películas que se ambientan el la Guerra Civil podrían remitirnos a algo que se aproxima al ejemplo americano; pero falta algo de todos modos.
Con Alatriste (2006) tenía el cine español la ocasión ideal para crear un film épico. Se partía de una base, las novelas de Arturo Pérez-Reverte, sólida, asentada en un éxito editorial significativo. El problema mayor de estos proyectos es que necesitan una inversión importante de dinero y si los resultados en taquilla no acompañan .... así que asumir y embarcarse en una aventura como la de Alatriste no es sencillo. Los riesgos son numerosos.
Para el guión se recurrió a un compendio de las novelas de Pérez-Reverte sobre Alatriste y aquí empiezan los problemas. Porque el film dura 147 minutos que son pocos y, al mismo tiempo, finalmente resultan excesivos. Me explico.
Abordar tanto como aborda la película, en años y en acontecimientos, hubiera necesitado de muchos más minutos de película para poder hilvanar mínimamente las escenas y dar cierta continuidad al devenir de los personajes. No se hace así y el resultado es un film hecho como de retales, como esas mantas de cuadritos de colores cosidos unos a otros. Lo que se deriva de todo ello es que algunos pasajes del film resulten algo confusos; otros parece que sobran, pues no parecen aportar nada sustancial a la historia y, en general, la sensación es que hubiera hecho falta mucho más tiempo de película para llevar a la pantalla la idea original. Es como si a base de tijeretazos se hubiera intentado meter a la fuerza todo el film en un formato conveniente para su exibición en los cines. Y de ahí que al final la duración del film resulte excesiva, pues hay momentos en que nos vemos como expulsados de la trama por sus saltos y sus cambios repentinos. Algunas secuencias quedan sin explicación (como el arresto de Iñigo y su condena a galeras), otras están sencillamente de más pues no contribuyen a hacer avanzar la narración (la entrega de la espada por la viuda de Malatesta a Alatriste) o no tienen mucho interés, mientras el grueso de la historia carece de una armazón mínima que la cohesione.
Y ello añade un problema más: los personajes no adquieren peso, se quedan desdibujados y, por lo tanto, sin fuerza para conmover o para involucrarnos en sus aventuras. Sólo Alatriste aparece más definido, al ser el eje indiscutible del film. Pero el problema, al menos para mi, es que si bien la presencia de Viggo Mortensen me convence, su voz me saca una y otra vez del personaje. Me resulta una voz casi infantil y en todo caso no me cuadra con la presencia física del actor. Esto es ya un lastre casi definitivo del que es difícil recuperarse.
¿El resto de actores? Pues en la línea del cine español (y las series de televisión, que el flujo de actores de un medio a otro es constante): no me gustan. No soy un experto en la materia, así que solamente hablo de lo que a mi me trasmiten las actuaciones de los actores patrios y es una artificialidad total. Es como si presenciaras el ensayo de una obra de teatro para el festival de fin de curso de un colegio. Ponen empeño, pero me resultan interpretaciones forzadas, como si deletreasen los textos. Me cuesta verlos como aguerridos soldados de los Tercios de Flandes o intrigantes damiselas de la corte. Y lo que no entiendo es como eligieron para el papel de general de la Inquisición a una mujer (Blanca Portillo como Bocanegra); ya su primera aparición desconcierta y estás más pendiente de comprobar si tus sospechas son ciertas que de seguir el hilo de la escena. Algún motivo tendrían, por supuesto, pero me parece un error.
No todo es malo en el film y sería injusto no poner al otro lado de la balanza los haberes de la película. Y se trata de los aspectos técnicos del film.
En primer lugar, la ambientación: es de las mejores que he visto en el cine español. Y no es sencillo pues no se trata solo de medios materiales (a veces se cree que con mucho dinero se resuelve el tema), sino de saber usarlos con cabeza para hacer que algo artificial, como es la reconstrucción de algo inexistente, resulte creíble. En este aspecto, la película lo borda. Junto a esto, destacar también la excelente fotografía de Paco Femenía.
También me ha gustado la banda sonora de Roque Baños. No es obsesiva, sino más bien discreta, lo cual creo que es lo correcto siempre (pienso que los elementos secundarios de todo film deben ser eso, secundarios) y es siempre bien recibida cuando aparece.
Otro punto a favor son las escenas de lucha. En general me parecen bastante realistas (incluso a veces demasiado realistas por la excesiva presencia de sangre en algunos momentos) y al menos se ha evitado la tentación de caer en la exageración cuasi circense de muchos films actuales en que los duelos parecen coreografías de Gene Kelly (pienso, a bote pronto, en Piratas del Caribe, pero la lista sería interminable).
La película nos lleva a la España del siglo XVII, cuando comienza a ser patente el declive del Imperio español (declive forjado mucho tiempo atrás, pero ese es otro tema). Reina Felipe IV, pero gobierna el Conde Duque de Olivares. España mantiene una guerra interminable con Flandes donde se sepultan soldados y dineros. Y allí encontramos a nuestro Alatriste, asaltando furtivamente un campamento protestante para sabotear sus cañones. La muerte de un amigo en esa escaramuza hace que Alatriste se comprometa a cuidar del hijo de éste, Iñigo, a su vuelta a España.
Y llegamos a otro aspecto de la película que tampoco me agradó demasiado. Se trata de ciertos personajes o situaciones de la película que personalmente no me gustan. La presencia de Quevedo, por ejemplo; o que Alatriste, un personaje más bien insignificante en la España de la época, esté contínuamente codeándose con el Rey, Olivares, los grandes de España .... o la aparición de cuadros como la Rendición de Breda (con la lamentable recreación filmada de la escena del cuadro) o El Aguador de Sevilla. Es como si alguien pensara que para "demostrar" de alguna manera que se trata de aquella época fuera imprescindible codear al protagonista con lo más granado del momento y hacerlo partícipe de todos los grandes acontecimientos. No sé, pero no me resulta del todo creíble.
Y a ello podría añadir el recurso constante a tópicos dentro del argumento, como un personaje perdedor del que sabemos de antemano prácticamente lo que le va a suceder y que se va cumpliendo con una exactitud pasmosa. Al final, dado lo predecible de la historia (siempre sosopechamos que ni Alatriste ni Diego lograrán el amor de su vida; que nunca tendrán el golpe de fortuna que los redima y el final heróico está más que cantado), perdemos el elemento sorpresa. Todo el film, desde el comienzo, destila un tufillo a "deja vu", a tópico, a cierta corriente moralista muy del gusto patrio.
En resumen, pues un film en general fallido por un guión sin trabazón que resulta confuso o sin alma por momentos, unas interpretaciones muy justitas y un desarrollo previsible y ciertamente tendencioso (para conmover, junta desamor y muerte y el que no sufra con ello...).
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