El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 16 de abril de 2010

Ser o no ser


Ernst Lubitsch, judío alemán afincado en los Estados Unidos, realiza una de las obras cumbres de la comedia de todos los tiempos con esta crítica en clave de humor de la ocupación nazi de Polonia, desencadenando la II Guerra Mundial.

Una compañía de teatro polaca prepara una obra cómica sobre los nazis titulada "Gestapo". Pero la noche del estreno el gobierno polaco prohíbe representar la obra dadas las tirantes relaciones con el gobierno de Adolf Hitler. La compañía deberá seguir representando "Hamlet", aunque por poco tiempo, pues Hitler invade Polonia sin previo aviso y estalla la guerra.

Sin duda, la clave del éxito de esta divertida comedia, que gira en como un grupo de cómicos se ve involucrado en la lucha de la resistencia polaca contra los nazis, reside en un guión excepcional plagado de diálogos ingeniosos y situaciones imposibles. Cuando parece que una situación ha llegado al límite, un nuevo golpe de genialidad le da un giro maravilloso que nos arranca otra carcajada más. El reparto es excelente (con Jack Benny y Carole Lombard al frente, pero todos los actores están a un gran nivel) y a la intriga meramente política se añade un divertido triángulo amoroso que está en el origen de todo.

Aún hoy en día resulta sorprendente la maestría con la que Lubitsch maneja esta comedia llena de enredos, sin que decaiga la intensidad y la comicidad ni un solo instante. Algunas escenas son excepcionales, el juego de mal entendidos y suplantaciones es sencillamente perfecto y los personajes son todos geniales, en especial el engreído Joseph Tura, o el jefe de la Gestapo en Polonia, coronel Erhardt, también el actor que sobreactúa constantemente o los actores secundarios que aspiran a ser estrellas algún día. Todo en este film es perfecto.

Ser o no ser, realizada en 1942, en plena guerra mundial, no fue muy bien recibida por la crítica de la época, que no llegó a comprender la tremenda ironía que encerraba y la tacharon de frívola. Afortunadamente, hoy en día podemos valorarla en todo lo que representa y como una de las obras de arte que nos ha dejado el cine.

Tristemente, Carole Lombard, casada entonces con Clark Gable, no llegó a ver el estreno del film, al morir en accidente de aviación al poco de terminar el rodaje.

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