Curiosa cinta a la que hay que agradecer, al menos, un enfoque original al tema del amor, aunque quizá convendría hablar más bien de deseo. Amor y deseo tienden a confundirse, aunque la traducción española de Closer (2004), en este caso, atine con el trasfondo de la historia: los personajes se mueven por la atracción sexual, al menos así se manifiestan, y cualquier sentimiento más hondo aparece en un segundo plano. Tal vez sea, como veremos más adelante, por la manera en que se desarrolla la acción en el tiempo. Tal vez no sea más que algo así elegido. En todo caso, a mí se me queda la película algo coja, en profundidades y en detalles y es una pena, pues por la trama en sí y los actores y el director, la cosa podía haber quedado muy bien. Pero empecemos por el principio.
Cuatro desconocidos verán entrecuzadas sus vidas, sus deseos y sus miedos fruto de casuales coincidencias y tropiezos en este film del veterano Mike Nichols, director oscarizado por su maravillosa El graduado (1967) y que después ha tenido ciertamente una carrera llena de altibajos y desapariciones.Basada en la obra teatral Closer, lo que quizá se deja entrever a veces en los diálogos, del propio guionista del film, Patrick Marber, es un film que promete muchísimo más de lo que encierra dentro. A medida que avanza la película va dejándose las promesas en el camino y se desliza suavemente hacia el desinterés y cierto cansino aburrimiento.
La historia de los amores y deseos de cuatro jóvenes tiene sin lugar a dudas el enorme atractivo de ser la puerta a una exploración de los recodos de algo tan básico y universal como la atracción, el deseo, la fidelidad, el miedo y el engaño. Se entiende que el tema enganche, que despierte interés pues, quién más y quién menos, todos tenemos miles de preguntas que buscan dueño.Y para Mike Nichols el tema no es nuevo. Ya lo abordó, con mayor frescura y sinceridad que ahora, en Conocimiento Carnal (1971) y se revela como uno de los ejes de su carrera. En esta ocasión, el tono adoptado es más serio y trascendental, lo cuál tampoco es garantía de nada; tan solo deja de lado la comedia y busca tal vez un enfoque que resulte más verosímil al darle el tratamiento de drama. Y sin embargo, algo falla estrepitosamente. Intentaré explicarlo, pero no resultará sencillo, pues se trata más bien de intuiciones mías, de percepciones muy subjetivas que seguramente no encuentren eco entre la mayoría del público. No sé si es que me tomo la película demasiado en serio o si es que busco en ella algo que no debiera buscar. Pero al fin y al cabo, es la visión personal la única que puedo afrontar.
Lo que me falla de esta película es que no me la creo. Sé que las relaciones humanas son mucho más complejas de lo que aparentan; estoy convencido que ha habido casos mucho más enrevesados que los que se presentan aquí, lo sé. Y sin embargo, las historias de encuentros y desencuentros, de pasiones y de traiciones, que pretenden ser ciertas y plausibles, me parecen demasiado "teatrales". Tal vez el error esté en la manera de presentarlas. Nichols recurre a pequeños saltos en el tiempo para hacer avanzar la historia y sin duda es una forma de narración que me parece acertada, pues resulta dinámica (al menos al comienzo) y nos obliga a estar atentos y despiertos. Sin embargo, estos saltos parecen tener el efecto perverso de hacer que nos perdamos en el meollo de las relaciones, en los porqués que llevan a los protagonistas a desear un cambio en sus vidas. Perdemos ese devenir rutinario de la vida de las parejas que está en el germen del desamor. Por tanto, el deseo hacia otra persona se presenta repentino, extraño y anómalo. Tenemos que intuir lo que ha podido suceder y eso debilita la trama y desdibuja a los personajes.El ejemplo más evidente sería cuando, en la sesión de fotos, Dan (Jude Law) se declara a Anna (Julia Roberts). Es una escena que brota de pronto sin nada que la anticipe, sin saber de qué y hace cuanto tiempo se conocen ambos, sin saber (al principio de la escena) cuanto tiempo lleva Dan con su novia Alice (Natalie Portman). La escena arranca tras un salto en el tiempo durante el que desconocemos todo cuanto ha ocurrido en la vida de Dan y es la primera aparición del personaje de Anna. Todo es irreal, confuso y extraño. Imagino que es algo meditado, planificado así por el director. Pero el efecto es contraproducente, a mi modo de entender.
El colmo de todo ello llega al final, cuando de manera precipitada y de nuevo sin aparente justificación (al menos no queda bien explicado) se produce el desenlace de tantos amores cruzados. Acudimos al desenlace y nos encontramos con que tras hora y media de film estamos ante unos personajes casi desconocidos para nosotros y, por tanto, nos resultan en gran medida indeferentes.Al final, más que un film que pretenda indagar en las relaciones humanas, en los problemas de las relaciones de pareja, parece más una especie de especulación seudo intelectual con ciertas dosis de morbo que se queda un tanto impersonal, fría, distante.
Los cuatro protagonistas, Julia Roberts, Natalie Portman, Jude Law y Clive Owen están soberbios. Nada que objetar. Creo que son lo mejor de la película, junto a la banda sonora, especialmente los momentos de Mozart. El apartado técnico del film tampoco tiene tachas: Nichols es un veterano y eso se nota. Sabe lo que hace y la fotografía es perfecta.Una lástima. La película era en esencia una espacio inmenso que llenar de emociones y de sensaciones y, al final, uno termina de verla y sigue con hambre.
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