El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 27 de abril de 2010

El cazador





Dirección: Michael Cimino.
Guión: Deric Washburn (Historia: Deric Washburn y Michael Cimino).
Música: Stanley Myers.
Fotografía: Vilmos Zsigmond.
Reparto: Robert De Niro, Christopher Walken, Meryl Streep, John Savage, John Cazale, George Dzundza, Chuck Aspegren,Amy Wright.

Segundo largometraje de Cimino tras su etapa como guionista, y que constituye, sin duda alguna, su gran obra maestra. Un film inmortal, conmovedor, poético y traumático sobre un grupo de amigos y cómo la guerra cambiará para siempre sus vidas.

Con este film se inicia esa visión pesimista y traumática de la guerra de Vietnam que seguirán otros directores. Se trata de un film duro, a veces hasta cruel, que no puede dejar indiferente a ningún espectador y que, a pesar de posibles críticas que puedan hacérsele (como se verá más adelante), no deja de ser un film grandioso en muchos aspectos, una profunda y emotiva reflexión sobre la amistad y sobre los golpes del destino.
A través de la historia de tres amigos que abandonan su tranquila vida en un pueblecito industrial de Pennsylvania para cumplir con su deber patriótico en la guerra de Vietnam, Cimino aborda uno de esos temas tan recurrentes de la cinematografía norteamericana de los últimos años: el trauma que dicha guerra provocó en los soldados, pero también en toda la sociedad americana, que aún no ha terminado de digerir aquella derrota.

En primer lugar, me llama la atención la manera un tanto "ingenua" como Cimino nos relata la historia. En el film no hay medias tintas y la línea que separa buenos y malos es nítida y contundente. En la primera parte, Cimino se esfuerza en presentarnos la vida de estos tres amigos de manera harto idílica. Quizá como medio de resaltar después el impacto tremendo que tendrá en sus vidas su paso por Vietnam y justificar de esta manera la parte final del film. Pero, a veces, Cimino peca de ser demasiado explícito. Por ejemplo en la manera de señalarnos repetidamente la atracción que sienten mutuamente Michael (Robert De Niro) y la novia de su amigo Nick (Christopher Walken), Linda (Meryl Streep); o al insistir en hacernos partícipes de la profunda y hermosa camaradería de los tres amigos y su sencillo disfrute de las pocas distracciones que tienen en sus vidas: la bebida, el billar y la caza; o en remarcar la bondad y abnegación de Steven (John Savage) al casarse con una mujer que espera el hijo de otro.
De la misma manera, la parte central de El cazador (1978), que relata los horrores de la guerra, no deja lugar a dudas. Nuestra inmersión en la misma habla por sí sola: un soldado comunista arroja una granada en un escondite subterráneo lleno de indefensos campesinos vietnamitas para, acto seguido, matar a sangre fría a una mujer que llora con su bebé en brazos antes de ser "ejecutado" por un Michael fuera de sí ante tanta crueldad gratuita. No hay lugar a la ambigüedad, sabemos quienes son los malos en un segundo y lo que son capaces de hacer.
En este sentido, se puede criticar la falta de objetividad del film, su visión parcial y manipulada de la historia. Me recuerda, salvando las distancias, a films como Murieron con las botas puestas, donde parece lícito tomarse ciertas licencias cuando la ocasión lo requiere. Aunque en esta ocasión, Cimino se ha pasado. Ya no se trata quizá tan solo de ingenuidad y eso es preocupante; aunque según el propio director, su intención no era hacer un relato fiel de aquella guerra (de hecho, el juego de la ruleta rusa con de los comunistas con sus prisioneros no está documentado), sino solamente narrar el destino de un grupo de amigos arrastrados a la guerra.
Sin embargo, el film posee, tal vez por ese "defecto", una fuerza descomunal, a veces asfixiante, que nos sacude en la butaca. Porque estamos asistiendo al derrumbe de un mundo, a una especie de salto brutal de una vida feliz, como de adolescentes alegres y despreocupados de los tres protagonistas, a un infierno del que será imposible escapar jamás. En este sentido, como ejemplo del trauma de aquella guerra, como vehículo para mostrar a sus compatriotas que se quedaron en retaguardia el porqué volvían tan traumatizados los soldados de Vietnam, la película cumple a la perfección su cometido. Escenas como las del juego de la ruleta rusa de los prisioneros es de las que te hielan la sangre.
Cimino consigue regalarnos además otras secuencias memorables, como Robert De Niro en las montañas cazando, o la escena de la prostituta con el bebé en la sórdida habitación en que "atiende" a sus clientes (quizá de las pocas escenas que muestran con ternura la situación dramática del pueblo vietnamita en el conflicto). Dentro de un sencillez general, de un tratamiento desprovisto de artificios y buscando siempre la verosimilitud (el retrato de la vida en el pueblo y de sus personajes está tratado de manera casi documental), jamás nos planteamos que aquello no sea cierto y estemos nada más que ante una obra de ficción. Me ha llamado la atención la manera de filmar del director un tanto diferente de lo que solemos ver habitualmente. Se trata de planos rodados desde lejos, grandes planos, como de postal o cuadro mural. En momentos, este tratamiento consigue dotar al film de un aspecto calmado en contraste con las escenas de guerra, donde Cimino recurre al primer plano, más expresivo y dinámico.
En cuanto a los actores, destacar el magnífico reparto, con todos los protagonistas de un altísimo nivel, pero también con unos secundarios perfectos, logrando ese aspecto de naturalidad al que antes hacía referencia, como de personas de la calle. John Cazale padecía un cáncer terminal cuando comenzó el rodaje. A pesar de ello, el director no renunció a él. Lo que hizo fue rodar primero sus escenas. Cazale no llegó a ver estrenada la película. Fue además él quién propuso a su novia de entonces, Meryl Streep, para el papel de Linda. Christopher Walken, por su papel de Nick, ganó el Oscar al mejor secundario. También ganó cuatro Oscars más: mejor película, director, mejor sonido y mejor montaje.
Por último, no quisiera dejar de mencionar la música, obra de Stanley Myers, que especialmente en el tramo final contribuye de manera prodigiosa a crear un clima de nostalgia, de cierta ternura, que expresa mejor que mil discursos la sensación de pérdida irreparable, de necesidad de afecto, de vuelta a un hogar que, aunque ya nunca será igual, es el único lugar donde poder ir curándose las heridas. 

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