Sospecha (Alfred Hitchcock, 1941) es la segunda película inglesa del director en Estados Unidos: actores, novela y ambientación inglesas para uno de los films errados del director.
El argumento gira en torno a una joven de una familia adinerada (Joan Fontaine) que, por su manera de ser, parece que no se casará nunca. Sin embargo, accidentalmente conoce a un joven playboy (Cary Grant) vividor y se enamorará locamente de él. Al poco de casarse, descubre que su marido es un vividor, un mentiroso y quizá algo aún peor.
Uno de los problemas de esta película es que, al contrario que en la novela en que está basada, "Before the fact", donde el marido es realmente un asesino que termina matando a su esposa, en el film las sospechas de la mujer resultarán infundadas. Era evidente que Cary Grant no podía hacer de asesino. Hitchcock, sin embargo, hubiera deseado que lo fuera para poder rematar la intriga brillantemente. Su idea era que la esposa, temiendo su muerte, escribiera a su madre una última carta relatándole los planes de su marido y que, justo antes de ser asesinada, le pidiera al esposo que enviara esa carta por correo. Así, tras matarla, el propio asesino enviaría la prueba acusadora. En lugar de ello, asistimos a un final convencional sin mucho brillo.
Pero el error no está solamente aquí. La película discurre en un tono amable, más de comedia que realmente de intriga, donde Cary Grant aparece como un marido algo irresponsable pero encantador y no como alguien realmente peligroso. Por eso, cuando en el tramo final del film se intenta convencernos de sus oscuras intenciones a través de las sospechas de la esposa, todo ello no resulta muy acorde con lo que hemos visto anteriormente. Puede que el encanto de Cary Grant juegue en su contra. Sin embargo, Joan Fontaine está espléndida en el papel de mujer tímida y asustada y tendría la recompensa de un Oscar por este trabajo.
En resumen, un guión algo insustancial para uno de los films menos acertados del director inglés, que no consigue en ningún momento crear el clima de tensión que hubiera sido necesario para lograr engancharnos a la historia.
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