El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 17 de abril de 2010

Escala en Hawai


Dirigida por John Ford y Mervyn LeRoy, Escala en Hawai (1955) es una adaptación a la pantalla de la novela "Mister Roberts" de Thomas Heggen con guión de Joshua Logan y Frank S. Nugent. Más adelante, Joshua Logan hará una nueva versión del tema.

La película describe la vida a diario de la tripulación de un buque mercante norteamericano de abastecimiento a la flota del Pacífico durante la II Guerra Mundial. La vida a bordo es monótona y aburrida, lejos de donde se desarrolla realmente la guerra y la disciplina tiende a relajarse, salvo que tome cartas en el asunto el estricto Capitán Morton (James Cagney).

La novela "Mister Roberts" había sido llevada primero al teatro, donde Henry Fonda era el protagonista, habiendo obtenido un gran éxito. Cuando la Warner Bros compró los derechos para llevarla a la gran pantalla le ofreció el papel protagonista a William Holden, pero Holden lo rechazó ya que consideraba que le pertenecía a Fonda. Tampoco cuajó la idea de que el papel lo interpretase Marlon Brando. Y cuando John Ford aceptó dirigir el film, insistió en que sin Henry Fonda él no lo haría. Más tarde, por problemas de salud según algunos o por un enfrentamiento con Fonda según otros, Ford dejó el rodaje y Mervyn LeRoy y Joshua Logan (sin acreditar) terminaron la película.

Se trata de una comedia ligera sin demasiado interés. Lo mejor, sin ninguna duda, está en el reparto. Junto a Fonda aparece el gran James Cagney, William Powell en su última aparición en la pantalla, Jack Lemmon, ganador aquí del Oscar al mejor secundario o Ward Bond, uno de los fijos con Ford.

La historia relata la camaradería entro los tripulantes del barco y sus roces con un estricto capitán, que se niega repetidamente a conceder el traslado al frente a su teniente Doug (Henry Fonda). La película tiene algunos buenos momentos, pero no son suficientes para elevar el listón de una historia que trascurre sin demasiado ritmo. La trama carece realmente de emoción, salvo en el tramo final y aquí, de todos modos, tampoco se consigue crear un momento excepcional. Puede que parte del problema resida en que el film se queda a medio camino entre la comedia y el drama, no llegando a definirse del todo (la figura del capitán choca al principio con el tono ligero de la historia y parece como si no terminara de encajar en el conjunto) hacia uno u otro lado.

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