El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 4 de mayo de 2010

Ciudadano Kane



Estamos ante una obra fundamental en la historia del cine. Con ella nace, según unánime opinión, el cine moderno. Sin embargo, se trata de un film que no se puede comprender enteramente sin un estudio de todo lo que supuso en su momento de innovador. La primera vez que lo ví, por ejemplo, me pareció una buena película, sin más, dado que lo que fueron innovaciones fundamentales en su momento me pasaron desapercibidas por estar ya acostumbrado a ellas. Sólo con un conocimiento histórico de su aportación al arte narrativo se puede valorar en su justa medida.
Decir para empezar que fue el debut de Orson Welles en el cine. Éste llegaba precedido de una fama de genio, debido a su famosa emisión en la radio de La guerra de los mundos y su reputación en el mundo del teatro por su labor al frente del Mercury Theatre. Por ello, y en una decisión sin precedentes, la RKO le ofrece un contrato por el que Welles va a disfrutar de total libertad creativa para hacer la película que desee.
Welles, novato en este medio, supo rodearse de gente de confianza para este debut tan esperado y tan envidiado también, en parte por ese contrato tan especial que le permitía ser director, guionista, actor y máximo responsable final de su obra. Así, muchos actores del film provienen del Mercury Theatre. Por otro lado, se dedicó a realizar un estudio del cine en profundidad, como forma de preparación indispensable. Dentro de esta labor de estudio, Welles vió repetidas veces La diligencia para aprender la técnica precisa de Ford.
Una vez realizado el film, Welles y el estudio tuvieron que hacer frente a un problema importante: las amenazas de William Randolph Hearst si el film llegaba a estrenarse. Y es que este magnate real de la prensa, dueño de un verdadero imperio, creía que el personaje de Kane no era sino un reflejo de él mismo. Welles nunca lo admitió, pero tampoco hizo falta: las similitudes (el nombre, la profesión, el desvelo de ambos por sus protegidas, la misma palabra "rosebud" con que Hearst designaba los genitales de su amante Marion Davis) eran apabullantes.
El film, decía, pasó a la historia por sus mútiples innovaciones técnicas, que romperán definitivamente con todo lo hecho anteriormente en el cine.
Para empezar, se trata de un film contado directamente por el periodista que realiza la investigación sobre la vida del fallecido Kane. Lo novedoso es que este personaje no se disimula a lo largo del film, está presente siempre, aunque nunca aparece como un personaje más, sino que se convierte en nuestro guía, ocupa el lugar de espectador y nos sirve de ojos, boca y oidos. Lo que estamos viendo en el film en realidad no está sucediendo, es el relato del periodista lo que Welles nos hace ver.
Luego está la puesta en escena, donde destaca la práctica ausencia de primeros planos a lo largo del film. Welles prefiere un tratamiento más cercano al teatro, con planos medios y generales que agrupan a los actores de la escena. A ello contribuyó el uso de unas lentes que permitían una gran profundidad de campo, con lo que hasta los personajes más lejanos aparecen perfectamente enfocados.
Otra novedad es la aparición del techo de las habitaciones filmadas en plató. Antes, los techos nunca aparecían, sencillamente porque no había. Sólo se creaban las paredes y el lugar del techo servía para la colocación de focos y micrófonos. Welles deseaba poder filmar con grandes angulaciones y contrapicados, por lo que necesitaba techos. Así va a verse obligado a alterar el sistema tradicional de iluminación.
La misma transición de un plano a otro se vió modificada bajo el talento de Welles, creando transiciones que rompen el transcurso temporal del film y hasta el nivel sonoro.
Algunos de estos "hallazgos" no eran del todo nuevos, pero sí que lo fue su uso premeditado como recurso expresivo y estético.
La película, en el momento de su estreno, no fue un éxito. Eran tantas las innovaciones que público y crítica se encontraban ante un film extraño. Por eso, como me sucedió a mí, la película puede resultar hasta decepcionante para quién conozca sólo la gran fama que la precede sin saber todo lo que supuso dentro de la historia del cine. Porque, el film en sí no es sorprendente. Porque, como bien dijo Manuel Gutiérrez Aragón, el genio no está en el film, el genio es Welles.

Anécdotas:
- Orson Welles tan solo tenía 24 años cuando debutó en el cine con esta película.
- Dijo Truffaut que fue gracias a esta película que empezó a amar el cine.
- O. Welles decía que las innovaciones técnicas de Ciudadano Kane se debían a su ignorancia. Pues bendita sea.
- La película fue nominada en nueve categorías, aunque sólo consiguió el Oscar al mejor guión original. La triunfadora ese año, 1941, fue Qué verde era mi valle de John Ford.
- Un momento especialmente revelador, crítica tremenda a la prensa sensacionalista, es cuando en la película se habla de la tensión hispano-norteamericana en relación a Cuba y Kane le dice a su corresponsal: "... envíe las postales, que yo le enviaré la guerra." 

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