Dirección: Clint Eastwood.
Guión: Larry Gross, Paul Brickman y Stephen Schiff (Novela: Andrew Klavan).
Música: Lennie Niehaus.
Fotografía: Jack N. Green.
Reparto: Clint Eastwood, Isaiah Washington, James Woods, Denis Leary, Lisa Gay Hamilton, Diane Venora, Bernard Hill.
Un joven negro (Isaiah Washington) espera en el corredor de la muerte su ejecución. El último día de su vida tiene que ser entrevistado por una periodista, para un reportaje típico y conmovedor. Pero la periodista muere en accidente de tráfico y el periódico encarga a Steve Everett (Clint Eastwood), un periodista ex-alcóholico y mujeriego en caída libre, que haga esa última entrevista. Al documentarse sobre el caso, Everett tiene la corazonada que el condenado es en realidad inocente del crimen del que se le acusa.
Clint Eastwood es un excelente profesional y en los últimos años nos ha dejado muestras incontestables de su talento (Sin perdón, 1992, o Millon Dolar Baby, 2004, serían los mejores ejemplos). Ejecución inminente (1999) no está a la altura de las películas antes citadas, pero aún así es una buena obra. Lástima de algunos detalles que, de haberse evitado, hubieran ayudado a un resultado mejor.
El personaje de Eastwood, por ejemplo, suena a demasiados tópicos juntos: periodista de gran talento pero venido a menos por culpa de sus vicios y que tira por tierra su profesión y su familia pero que, en un último arranque de dignidad y de amor propio logra redimirse con un gran trabajo. No sólo está muy visto, sino que la edad del actor hace que no encaje del todo en su papel. En especial con el tema de su lío con la esposa de un compañero de trabajo veinte años más joven que él. No es que resulte imposible, pero sí que cuesta convencerse de ello.
También está un poco cogido por los pelos el que en menos de un día el periodista resuelva un caso que en seis años, y con las consabidas apelaciones, no había avanzado ni un milímetro en la salvación de un inocente. La premura de tiempo es verdad que añade intensidad a la parte final de la película, que parece que era lo que se deseaba; pero la historia era ya bastante interesante como para poder pasarse de esa tensión, que tampoco es que aporte demasiado al argumento.
Porque lo interesante de la película es, finalmente, la relación del preso con su familia (la escena de la hija despidiéndose del padre para siempre pone los pelos de punta), en cómo puede una persona asumir que no volverá a estar con sus seres queridos y, además, sabiendo que es inocente. Esta parte de la película, además de estar maravillosamente contada, es la que se muestra más sincera y más auténtica.
El reparto resulta excelente, tanto por parte de los actores consagrados (Eastwood y James Wood) como de otros menos conocidos, pero igualmente convincentes, como Isaiah Washington, Lisa Gay Hamilton (la esposa del condenado) o Bernard Hill (el alcaide de la prisión, que aparecerá como el rey Théoden de Rohan en Las dos torres y El retorno del Rey, segunda y tercera entrega de la trilogía de El Señor de los Anillos).
Como dato curioso, señalar que parte de la familia del director interviene en la película: su verdadera hija interpreta ese mismo papel en la cinta y aparecen su esposa, como periodista de televisión, y su ex-esposa en el papel de fiscal.
Una obra de Eastwood nunca decepciona, aún cuando, como ésta, no logre alcanzar la excelencia. Pero Ejecución inminente contiene muy buenos momentos y un tono general que la convierten en una buena película.
Clint Eastwood es un excelente profesional y en los últimos años nos ha dejado muestras incontestables de su talento (Sin perdón, 1992, o Millon Dolar Baby, 2004, serían los mejores ejemplos). Ejecución inminente (1999) no está a la altura de las películas antes citadas, pero aún así es una buena obra. Lástima de algunos detalles que, de haberse evitado, hubieran ayudado a un resultado mejor.
El personaje de Eastwood, por ejemplo, suena a demasiados tópicos juntos: periodista de gran talento pero venido a menos por culpa de sus vicios y que tira por tierra su profesión y su familia pero que, en un último arranque de dignidad y de amor propio logra redimirse con un gran trabajo. No sólo está muy visto, sino que la edad del actor hace que no encaje del todo en su papel. En especial con el tema de su lío con la esposa de un compañero de trabajo veinte años más joven que él. No es que resulte imposible, pero sí que cuesta convencerse de ello.
También está un poco cogido por los pelos el que en menos de un día el periodista resuelva un caso que en seis años, y con las consabidas apelaciones, no había avanzado ni un milímetro en la salvación de un inocente. La premura de tiempo es verdad que añade intensidad a la parte final de la película, que parece que era lo que se deseaba; pero la historia era ya bastante interesante como para poder pasarse de esa tensión, que tampoco es que aporte demasiado al argumento.
Porque lo interesante de la película es, finalmente, la relación del preso con su familia (la escena de la hija despidiéndose del padre para siempre pone los pelos de punta), en cómo puede una persona asumir que no volverá a estar con sus seres queridos y, además, sabiendo que es inocente. Esta parte de la película, además de estar maravillosamente contada, es la que se muestra más sincera y más auténtica.
El reparto resulta excelente, tanto por parte de los actores consagrados (Eastwood y James Wood) como de otros menos conocidos, pero igualmente convincentes, como Isaiah Washington, Lisa Gay Hamilton (la esposa del condenado) o Bernard Hill (el alcaide de la prisión, que aparecerá como el rey Théoden de Rohan en Las dos torres y El retorno del Rey, segunda y tercera entrega de la trilogía de El Señor de los Anillos).
Como dato curioso, señalar que parte de la familia del director interviene en la película: su verdadera hija interpreta ese mismo papel en la cinta y aparecen su esposa, como periodista de televisión, y su ex-esposa en el papel de fiscal.
Una obra de Eastwood nunca decepciona, aún cuando, como ésta, no logre alcanzar la excelencia. Pero Ejecución inminente contiene muy buenos momentos y un tono general que la convierten en una buena película.
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