El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 9 de mayo de 2010

El crimen del padre Amaro


El padre Amaro (Gael García Bernal) acaba de ordenarse sacerdote y es enviado a Los Reyes, un pequeño pueblo, para aprender del padre Benito (Sancho Gracia). Ahí conoce a Amelia (Ana Claudia Talancón), una hermosa joven muy vinculada a la parroquia.
Creo que estamos ante una película bastante correcta en los elementos principales. La dirección de Carlos Carrera es buena, sin alardes y sin genialidades, aunque quizá flaquea algo en el ritmo, pues el film parece por momentos algo deslavazado o como una sucesión de escenas sin la agilidad de unión que las armonice.
Puede que parte de la culpa se deba al guión. No es que sea malo, de hecho creo que se nota la base literaria en que se sustenta, pero creo que se quiso abarcar demasiado en poco espacio. Por eso se tiene la impresión de que algunos temas se quedan tan sólo en la superficie, apenas esbozados, como si el querer tratar tantos aspectos a la vez hiciera descuidar un poco el análisis en produndidad. Porque la película nos habla de la flaqueza humana ante el dinero, ante el amor, ante el poder. Temas que , cada uno en sí mismo, daban para una película entera. Por eso mismo me quedé algo defraudado al ver que no se profundizaba mucho en los personajes. El del padre Amaro tiene muchos matices (ambición, cinismo, egoismo, lujuria, etc.), que sólo se insinuan; lo mismo que el del padre Benito, creo que podía aportar mucho más a la historia, pero acaba siendo una presencia casi decorativa.
Sin embargo, no creo que de deba analizar El crimen del padre Amaro (2002) desde un punto de vista de crítica a la religión católica y sus ministros. Es cierto que este parece ser el tema central del film, pues los protagonistas son sacerdotes y su comportamiento es dudoso, en el mejor de los casos. Pero para mí se trata en esencia de una reflexión acerca del ser humano, porque cada una de las debilidades y tentaciones que acechan a los protagonistas nos ronda por igual a cualquiera . El padre Amaro se enamora, como cualquier joven, de una criatura tan hermosa y pura como Amelia, y como cualquiera se verá obligado a escoger entre la pasión o su ambición profesional. La tentación del dinero es universal, así como la corrupción del poder. Para mí el hecho de enfocarse en lo religioso no deja de ser una opción como cualquier otra posible y prefiero verlo como un reflejo de las miserias humanas en general.
Creo que , en general, los actores están correctos, quizá Gael sea el menos convincente, junto a los más jóvenes del reparto, pero también asistimos a interpretaciones meritorias, como la de Angélica Aragón (la Sanjuanera) o Damián Alcázar (padre Natalio), Sancho Gracia ya no sorprende por su buena actuación, no lo vamos a descubrir a estas alturas.
En resumen, creo que sin ser una película de grandes aciertos, sí que es un producto digno, que merece ser analizado sin las limitaciones de una única visión desde el prisma religioso.

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