El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 9 de mayo de 2010

Grease


Danny (John Travolta) y Sandy (Olivia Newton-John) son dos adolescentes que han mantenido un romance durante el verano y se separan pensando que no volverán a verse más. Pero el azar quiere que se vuelvan a encontrar en el colegio Rydell, aunque Danny no parece el mismo chico dulce del verano.
La película fue un éxito tremendo en su momento, convirtiéndose en un fenómeno que extendió su influencia más allá de las taquillas. Impuso un nuevo look entre la juventud, con adolescentes de medio mundo engominándose el pelo y jovencitas embutiéndose en ceñidos pantalones de cuero.
¿Qué tenía esta película para causar semejante revuelo? Grease (Randal Kleiser, 1978) estaba dirigida especialmente a los adolescentes: la trama transcurría en un colegio, el argumento era un canto a los amores juveniles, las amistades y pandillas colegiales, y supo atraerse a ese público reuniendo los elementos claves para asegurarse el éxito.
En primer lugar estaba la música, pues se trata de un musical en toda regla. El film está plagado de pegadizas canciones llenas de ritmo que convirtieron a la banda sonora en record de ventas. No es que los temas sean obras de arte, pero conjugan dulces baladas con temas rock lo suficientemente buenos para que arrasaran entre la juventud. Una recomendación, mejor oir las versiones en inglés a secas, pues la traducción de las letras no les hace ningún favor.
Y llegamos al segundo as del film, los protagonistas: John Travolta y Olivia Newton-John. El primero ya había destacado como bailarín en Fiebre del sábado noche, pero esta será su consagración como ídolo de los jovenes discotequeros. A su lado, Olivia, en el papel de su carrera, una "barbie" de carne y hueso capaz de derretir a cualquier chulo con esa miradita tan tierna. Por cierto, que cuando hizo Grease ya pasaba de los treinta, pero daba el pego perfectamente.
Por fin, el ambiente juvenil en que transcurre la película, que será el precursor de tanta comedia de instituto de fácil consumo y éxito casi asegurado entre un público poco exigente de jóvenes que ven plasmados sus sueños más elementales: ser populares, irresistibles y tener un romance de cuento de hadas. En este sentido, recordar que la película está ambientada en los años 50, con todo un look retro muy eficaz.
Musical más que correcto, con gancho aún, a pesar de los años transcurridos, al que sólo podemos exigirle que nos haga pasar un rato entretenido, lo que consigue fácilmente a base de buenos números musicales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario