El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 9 de mayo de 2010

Mystic River


Jimmy (Sean Penn), Dave (Tim Robbins) y Sean (Kevin Bacon) son tres amigos de 11 años de un barrio pobre de Boston. Un día, cuando juegan en la calle, dos hombres, haciéndose pasar por policías, secuestran a Dave y abusan de él. Veinticinco años más tarde, otra tragedia los vuelve a reunir.
La película narra un tema delicado y desagradable, como es el de los abusos sexuales sufridos por un niño y como condicionan terriblemente su existencia. Dave (Tim Robbins) parece haber rehecho en cierto modo su vida, hasta una noche que presencia el abuso de un menor y los viejos fantasmas reviven con toda su crudeza. Desgraciadamente para él, esa misma noche es asesinada la hija de 19 años de Jimmy, uno de sus amigos de la infancia y las circunstancias acaban por señalarlo como culpable.
Clint Eastwood es un director con un talento innegable y logra narrarnos una historia muy escabrosa con evidente buen gusto y la delicadeza necesaria para evitar caer en lo truculento. La fuerza de la película recae también en las convincentes interpretaciones de todo el reparto, pues no sólo hay que aplaudir el magnífico trabajo de Sean Penn o Tim Robbins (ambos premiados con el Oscar: al mejor actor Sean Penn y al mejor secundario Robbins), soberbios en su interpretación, sino que todos los secundarios están a un nivel altísimo también.
Sin embargo, Mistyc River (2003) cuenta con algunos detalles que no terminan de convencerme. En primer lugar, el guión nos deja desde el principio un tanto a oscuras acerca de la auténtica personalidad de los tres amigos ya convertidos en adultos. No sabemos nada de ellos y sólo los vamos descubriendo a medida que avanza la historia. Puede que sea un acierto para muchos, pero creo que se nos priva de elementos que nos hubieran enriquecido más de conocerlos anticipadamente. Es algo que deja algunas situaciones un tanto desdibujadas y que nos impide comprender en toda su exactitud algunas reacciones de los protagonistas. Así, Dave es un personaje que no acabamos de comprender del todo, por falta de definición o profundización en su personalidad. Jimmy se va revelando como una especie de pequeño mafioso de barrio, pero quizá hubiera sido más útil saberlo desde antes, para aceptar con más naturalidad sus reacciones finales.
Todo ésto influye en la manera de vivir como espectadores la trama policial que, si bien está narrada con buen estilo, creo que carece de toda la intensidad deseable, o quizá de coherencia, pues resulta un tanto sorprendente el comportamiento esquivo, incluso con su esposa, de Dave cuando todo parece acusarlo.
Otro punto de la película que no acaba de gustarme es el final, cuando de manera algo apresurada se arreglan los últimos flecos: Sean y Jimmy se sinceran, la mujer del primero (un papel que no acabo de entender y que no aporta realmente nada a la historia) se reconcilia milagrosamente para un final feliz y la escena del desfile me parece innecesaria, salvo para apuntarnos veladamente que el crimen no quedará impune (el gesto con la mano a modo de pistola del policía hacia Jimmy), en un intento de terminar la historia de acuerdo a las reglas del cine norteamericano que "obligan" a que el delincuente pague siempre sus faltas.
De todos modos, la buena dirección de Eastwood logra un film muy interesante, para muchos a la altura de sus mejores trabajos. Para mí, una obra de gran mérito, por encima de lo que viene siendo habitual en el cine actual, pero sin alcanzar la perfección de otros trabajos de Clint Eastwood. 

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