Dirección: Alfred Hitchcock.
Guión: Anthony Shaffer (Novela: Arthur La Bern).
Música: Ron Goodwin.
Fotografía: Gilbert Taylor.
Reparto: Jon Finch, Barry Foster, Alec McCowen, Anna Massey, Barbara Leigh-Hunt, Billie Whitelaw, Bernard Cribbins, Vivien Merchant, Jean Marsh, Michael Bates, Clive Swift.
Frenesí (1972) es la penúltima película de Hitchcock, rodada en Gran Bretaña veinte años después de haberse embarcado para Hollywood, donde alcanzaría la mayor popularidad de su carrera y filmaría sus mejores trabajos (con la excepción de 39 escalones, desde mi punto de vista una excelente película, mejor que muchas de las estadounidenses).
Frenesí es la adaptación de una novela de Arthur La Bern, con el extraño título "Goodbye Piccadilly, Farewell Leicester Square", realizada por Anthony Shaffer, autor teatral. La intriga se simplifica bastante y la historia se centra en un maníaco sexual, Robert Rusk (Barry Foster), que se dedica a asesinar mujeres estrangulándolas con una corbata. Desgraciadamente para él, las sospechas van a recaer en el ex-marido de una de las mujeres estranguladas, Richard Blaney (Jon Finch), un hombre que se encuentra en horas bajas, al ser despedido del trabajo.
Hitchcock realiza en este film algunas modificaciones respecto a sus trabajos anteriores. Por un lado está el rodaje en Inglaterra, como señalaba al principio. Pero los más importantes son otros. En este caso, el director prescinde de estrellas y de sus típicas mujeres elegantes y refinadas. Los personajes de la película son gente de lo más normal, sin ningún refinamiento. Son camareros, vendedores del mercado, empleados de pequeños negocios. Y después, en la trama combina dos de los argumentos clásicos de sus obras: aquel en que seguimos los pasos del asesino (La sombra de una duda o Psicosis, por ejemplo) y el otro en que un inocente es acusado erróneamente (39 escalones o Con la muerte en los talones). Y uno de los grandes aciertos del guión es como combina ambas historias con mucha maestría. Al tiempo que tememos por el hombre inocente al que se le van cerrando las salidas, Hitchcock nos hace cómplices del asesino y con cierta dosis de mala uva. La larga secuencia del asesino en busca del alfiler de corbata consigue ponernos de su parte y estamos deseando, sin poder evitarlo, que consiga recuperarlo.
También el estilo del director ha cambiado. Liberado de la estricta censura de años pasado, Hitchcock se permite algunas escenas más explícitas y, decididamente, más sórdidas, como el estrangulamiento de la ex-esposa de Richard (Barbara Leigh-Hunt). Afortunadamente, Hitchcock no ha perdido el olfato y el siguiente asesinato ya no lo vemos, sino que adivinamos lo que está sucediendo mientras se aleja la cámara hacia la calle.
Lo que no faltan son los toques de humor tan típicos del director. En este caso, sus dardos se dirigen hacia la pedante y rebuscada cocina francesa, satirizada sin piedad y con tremendo sentido del humor, consiguiendo momentos memorables, como cuando la esposa del inspector de policía (aprendiz de cocina de altos vuelos) sugiere que éste invite al erróneamente acusado señor Blaney a una deliciosa comida que repare en parte la injusticia cometida con él. La respuesta del sufrido esposo viene a decir que después de lo que comió en la cárcel, podrá comer su comida.
Tal vez el único fallo de la película esté, como en muchos casos en la carrera de Hitchcock, en un reparto sin mucha garra. Los actores están más o menos correctos, pero carecen de carisma para emocionarnos verdaderamente.
Frenesí es una muy buena película, no al nivel de las grandes obras de Hitchcock, no tan conocida como sus películas clásicas, pero sí con suficientes buenas cualidades para ocupar un lugar más que respetable en la larga filmografía del director.
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