El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 11 de mayo de 2010

Fargo




Dirección: Joel Coen.
Guión: Joel Coen y Ethan Coen.
Música: Carter Burwell.
Fotografía: Roger Deakins.
Reparto: Frances McDormand, William H. Macy, Steve Buscemi, Peter Stormare, Harve Presnell, John Carroll Lynch, Kristin Rudrud, Tony Denman, Steve Reevis.
Fargo (1996) es una curiosa mezcla de comedia y cine policíaco con bastantes dosis de humor negro. Dirigida por los hermanos Coen (Joel y Ethan) nos cuenta el drama de un vendedor de coches que, acuciado por las deudas, decide planear el secuestro de su propia esposa para sacarle el dinero a su rico y antipático suegro. Para ello, contacta con dos delincuentes que llevarán a cabo el secuestro sin violencia. Sin embargo, las cosas van a torcerse de manera terrible.
La idea de partida no resulta, pues, muy original, pero sí la manera de ponerla en escena por los Coen. Procurando hacer de este guión una historia lo más real posible, nos dibujan unos personajes lo más cercanos a nosotros. Nada que ver los policias, por ejemplo, con lo que estamos acostumbrados a ver en el cine americano tradicional; nada hay en ellos que los haga atractivos, que sean un modelo a imitar, ni siquiera se nos presentan como un prodigio de inteligencia. La película muestra gente corriente, con sus miserias cotidianas, sus problemas iguales a los de cualquier mortal. 
Y ese vernos reflejados en parte en esos personajes es lo que da su fuerza a la historia, hace que nos sintamos más involucrados en ella, pues podría pasarle al vecino, al compañero de trabajo, ¡a nosotros mismos!.
Otro punto genial y sorprendente es reproducir el acento regional de manera totalmente intencionada para crear un hilarante y macabro contraste entre una manera de hablar cómica y la crueldad de los acontecimientos.
La fuerza y gran originalidad del guión le hizo merecedor del Oscar.
Para reforzar aún más todo ésto, los Coen recurren a actores poco conocidos, pero que están soberbios en sus papeles,con lo que la sensación de realismo es total. Patético resulta el vendedor de coches (William H. Macy, con una más que notable interpretación), un infeliz aplastado por la figura arrogante y triunfadora del suegro. La policía (Frances McDormand, esposa de Joel Coen) que llevará a cabo la investigación nos deja sorprendidos por su aparente patosidad y vulgaridad, del todo alejadas a lo que estábamos acostumbrados a ver. Su gran interpretación sería recompensada con un Oscar. Los dos matones son , para mí, los personajes más logrados de la película: de una crueldad sin escrúpulos, resultan tan repugnantes como patéticos (Peter Stormare y Steve Buscemi).

Por fin una película original, una historia sorprendente, a medio camino entre la comedia disparatada y el thriller más descarnado, que reconforta, divierte y sorprende. De lo mejorcito que han hecho los hermanos Coen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario