El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 6 de mayo de 2010

¡Qué noche la de aquel día!


Tras la fulgurante ascensión de The Beatles en el panorama musical, el salto al cine parecía algo lógico. Y al igual que hicieron con la música, también en cine dejaron su sello y marcaron tendencias. ¡Qué noche la de aquel día! (1964) no es, indudablemente, una obra maestra pero sí que contiene muchos rasgos que la hacen única y además, con el paso del tiempo, ha ganado como documento de una época y testimonio de cómo eran los cuatro músicos en sus primeros años.

La película narra en día en la vida de un grupo musical y no deja de ser una especie de film sobre The Beatles interpretándose a sí mismos. El argumento es bastante sencillo y no busca, en realidad, contar nada concreto. De hecho, las escenas y los diálogos son bastante caóticos y surrealistas, donde se remarca la oposición de estos jóvenes a las normas y costumbres de la generación anterior. Ellos desean cambiar el mundo o, al menos, vivir su mundo a su manera. En este sentido, la película es un testimonio de la revolución que supuso la década de los sesenta, con todo lo que trajo consigo. El diálogo entre un hombre y Ringo es muy significativo de por donde iban los tiros: "Luché en la guerra por gente como ustedes" le dice a Ringo y éste le contesta: "Apuesto que se ha arrepentido de haber ganado".

Con todo, lo mejor de la película es poder disfrutar con la actuaciones de George, John, Paul y Ringo. Comprobar su alegría de vivir, su entusiasmo, su ingenuidad a la hora de actuar y, sobre todo, disfrutar de unas canciones que siguen contagiando alegría y que son lo mejor de toda la película.

En definitiva, una película de culto, para incondicionales del grupo, pero también para aquellos que saben disfrutar de una comedia alocada, vitalista y sin pretensiones, reflejo de toda una época y una generación irrepetibles.

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