El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 9 de mayo de 2010

Mars attacks!


Unos extratrerrestres llegan por sorpresa a la Tierra en sus platillos volantes. El recibimiento que se les dispensa es de lo más cordial. Pero pronto se conocerán sus verdaderas intenciones: invadirnos.
Se trata de una de las películas más originales y divertidas que he visto recientemente. Tim Burton nos sorprende con una aparentemente sencilla diversión que en realidad esconde una crítica sin piedad contra muchos de los símbolos de la sociedad americana.
Lo primero que me sorprendió es que no sabía muy bien si tomarme en serio o en broma la película. Evidentemente, esos marcianos parecían sacados de unos dibujos animados, pero cuando empiezan la carnicería resultan espeluznantes. He aquí el primer acierto de Burton: realizar una parodia que es capaz también de resultar muy cautivadora; lograr una mezcla tan perfecta entre comicidad y dramatismo que consigue en todo momento que nos divirtamos como niños y, al mismo tiempo, que no seamos capaces de desentendernos de la intriga. El diseño de los marcianos es genial, con mención especial al que se disfraza de mujer fatal. 
Mars attacks! (1996) es una película coral, ya que no se centra en concreto en un protagonista principal, sino que recurre a un amplio y muy eficaz reparto (recuerda a las famosas superproducciones de los 70 y 80, del estilo de Terremoto, por ejemplo) que se distribuye el protagonismo a lo largo del film (la lista sería muy larga, pero tenemos entre otros a Jack Nicholson, Glenn Close, Pierce Brosnan, Danny DeVito o una jovencita Natalie Portman) y con alguna aparición especial, como la de Tom Jones autoparodiándose.
Como ya avancé antes, la película no deja títere con cabeza. Así nos ofrece una imagen de los militares un tanto patética. El presidente de EEUU, interpretado por Jack Nicholson, resulta cuando menos de una simplicidad que linda con el retraso mental. Los supuestos héroes que se lanzan a la lucha llenos de patriotismo resultan fulminados a las primeras de cambio.
Burton nos ofrece una realización impecable, llena de ritmo, de imágenes espectaculares y sorprendentes, donde no hay pausa en la vertiginosa sucesión de combates a cada cuál más descabellado.
Recomendable para pasar un rato de lo más divertido con un film rebosante de buen humor negro y que esconde algo más tras cada secuencia. 

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