El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 25 de mayo de 2010

Despierto



Dirección: Joby Harold.
Guión: Joby Harold.
Música: Samuel Sim.
Fotografía: Russell Carpenter.
Reparto: Hayden Christensen, Jessica Alba, Terrence Howard, Lena Olin, Christopher McDonald, Fisher Stevens, David Harbour.

Despierto (2007) es un film mentiroso, una trampa desde el mismo comienzo. Hay dos maneras de hacer un thriller, o una película en general, una es la más complicada, la que obliga a estrujarse los sesos; la otra es la que Joby Harold utiliza aquí.

Parece ser que la idea del film se le ocurrió al director durante un cólico nefrítico. De su puño y letra es pues este guión un tanto macabro y bastante enrevesado. Clay Beresford (Hayden Christensen) es un joven millonario con un problema de corazón que le obliga a someterse a un trasplante. Antes de ello, decide casarse con su novia Sam (Jessica Alba), pese a la firme oposición de su madre (Lena Olin), una mujer muy protectora de su hijo. Durante la operación, Clay experimentará un fenómeno extraño, que le hace ser consciente de todo lo que le está pasando en el quirófano.

Como apuntaba antes, el principal problema de Despierto es que juega al engaño desde el principio de una manera escandalosa, sin disimulo. Nos presenta a los malos de la película como una especie de ángeles celestiales y, a la inversa, la que a la postre es la buena (la madre de Clay) comienza la película sombrando serias dudas sobre ella. Después, urdido el engaño, no queda más que ir alargando la historia hasta que se revela el pastel en el tramo final. Se espera, claro, que ello nos provoque una sacudida y nos quedemos perplejos ante nuestra propia ingenuidad. La verdad, lo único que se consigue es un film un tanto ramplón en sus tres cuartas partes que intenta levantar el vuelo en un final precipitado y sorprendente. Pero lo que sucede es que uno me siente engañado, eso es todo.

Hubiera sido mucho más eficaz, además de más honesto, desvelarlo todo desde el comienzo. Así, hubiéramos sufrido al ver como el protagonista se va metiendo en la boca del lobo y, al igual que en los cuentos de marionetas (esos sí que saben como implicar al público), hubiéramos deseado gritar advirtiéndole del peligro. Pero no, se opta por lo menos complicado y, también, por lo menos efectivo: la sorpresa final, el conejo saliendo de la chistera. Eso no es jugar limpio ni tampoco es muy inteligente.

Además, contamos con unos actores sin demasiado carisma; unos personajes sin desarrollar lo más mínimo, lo cuál es un tremendo error, pues no conocemos a los personajes, no nos sentimos cercanos a ellos y, como consecuencia de ello, no sentimos simpatía por Clay, por ejemplo, y por tanto, lo que le está sucediendo en el quirófano nos deja bastante indiferentes; seguimos con un argumento demasiado enrevesado y con un desenlace narrado con una frialdad absoluta. Con todos estos elementos, al final tenemos un film sin vida, distante y mentiroso que pasará sin pena ni gloria y se olvidará tan pronto se apague la pantalla.

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