He aquí sin duda la película más original que he visto sobre el mundo de los piratas, el género clásico de aventuras completamente olvidado (Master and Commander. Al otro lado del mundo está un poco en la línea, aunque no es exactamente lo mismo), salvo un lejano Piratas de Polanski que, también en clave de humor, había recuperado brevemente el género y la más reciente La isla de las Cabezas Cortadas, y que es visitado de nuevo por esta fascinante mezcla de cine de aventuras, de comedia romántica y film fantástico.
Así, mi agradable sorpresa con esta divertida película, de la que temía que fuera un más de lo mismo. Primero, porque no se toma en serio a sí misma. Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra (2004) es toda ella una comedia ligera, sin más pretensión que hacernos pasar un buen rato y, si es posible, arrancarnos una sonrisa. Sabemos de antemano lo que va a pasar, el final no es ninguna sorpresa, por lo que lo único que le queda es entretener, encandilarnos minuto a minuto y hacernos pensar lo menos posible en el final; es decir, hacer que lo de menos sea el final del viaje y sí lo disfrutado mientras estuvimos embarcados en esa travesía. Así, cuando la historia llega al desenlace "anunciado", no importa, porque por el camino nos hemos ventilado las palomitas entre sorpresas, risas y peleas épicas.
¿Y qué nos cuentan en ese viaje?, pues como el osado capitán Jack Sparrow ha perdido su barco, La Perla Negra, a manos del capitán Barbossa. Cuando éste último secuestra a la hija del gobernador de Port Royal, Sparrow decide ayudar a Will Turner, enamorado de la bella Elizabeth, a rescatarla para poder recuperar su barco. El argumento no sale de caminos muy trillados, como se ve, pero es el desarrollo del mismo el que le da carácter al film y lo eleva gracias a su originalidad en el detalle.Un gran acierto es ya el enfoque de los personajes. Empezando por el capitán Sparrow, al que da vida un acertado Johnny Depp, exagerado y grandilocuente, un capitán en horas bajas pero con una inquebrantable fe en sí mismo que, aparentemente, nadie más comparte. Para algunos quizá su actuación resulte excesiva, sin embargo, encuentro que logra dotar de una vitalidad y una energía a su personaje que va como anillo al dedo con el tono paródico y desmedido del film. No hay que olvidar que, por encima incluso de una aventura de piratas, la película es una comedia. Pero el resto de personajes, incluso los a-priori "malos", consiguen hacerse simpáticos, como la pareja de piratas torpones (pareja que me recuerda vagamente dúos clásicos como el Gordo y el Flaco) y, sobre todo, el capitán Barbossa, con una interpretación soberbia de Geoffrey Rush, capaz de acaparar protagonismo en cada una de sus apariciones, terminando por convertirse en imprescindible y hacer que nos duela asistir a su ruina. Quizá Orlando Bloom sea el que menos me ha convencido, con una interpretación apagada y sin el brillo de sus compañeros. Pero el tema de los personajes quedaría incompleto sin hacer referencia a un punto que viene a diferir de lo que tradicionalmente estamos acostumbrados a ver en los films típicos de aventuras y es cierta nobleza que rompe con la división radical y tópica de buenos y malos. Así, el pretendiente de la bella Elizabeth, el Comodoro Norrington, no duda en renunciar a ella al percibir que está enamorada de otro (algo inusual, pues el pretendiente rechazado suele ser, además de feote, un compendio de vilezas) y hasta los terribles piratas demuestran tener su lado humano y su propio sentido del honor, ejemplificado en un curioso código que se sirven respetar bastante escrupulosamente.
Otro acierto, desde mi punto de vista, está en la dirección de Gore Vervinski, que huye de ese estilo nervioso y enloquecedor tan habitual de un tiempo a esta parte y que a mí personalmente me resulta cada vez más insoportable. La acción se recoge aquí con un ritmo más sosegado, permitiendo disfrutar de las secuencias sin parecer que nos han metido en una lavadora a 5.000 revoluciones.A todo ello añadimos una cuidada ambientación, unos diálogos ingeniosos, hermosas batallas, la búsqueda de un tesoro (si bien en este caso se trata de desprenderse del mismo, otro original detalle del argumento) y tenemos el cóctel listo para degustar sin moderación.
A pesar de la nota fantástica del guión, no exenta de cierta truculencia, está claro que la película (por algo viene de la factoría Disney) se orienta hacia un público de todas las edades, por lo que estamos ante un film sin excesiva violencia y donde prima siempre el sentido del espectáculo y la diversión.Ojo, no estamos tampoco ante una obra de arte. Que nadie se espere salir del cine transformado o sorprendido. Es una película para pasar el rato, creo que no hay que pedirle nada más. Y como consigue su propósito, al menos en mi caso, pienso que podemos decir que cumple con creces lo esperado de ella.
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