El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 25 de abril de 2023

Entre copas



Dirección: Alexander Payne.

Guión: Alexander Payne y Jim Taylor (Novela: Rex Pickett).

Música: Rolfe Kent.

Fotografía: Phedon Papamichael.

Reparto: Paul Giamatti, Thomas Haden Church, Virginia Madsen, Sandra Oh, Marylouise Burke, Jessica Hecht.

Miles (Paul Giamatti), un gran aficionado al vino, lleva a su amigo Jack (Thomas Haden Church) a un viaje por una zona vinícola antes de su boda.

Entre copas (2004) es uno de esos films modestos que sin embargo te sorprenden gratamente por su sinceridad en el planteamiento y el sentido común de su desarrollo.

La comedia se centra en un viaje de dos personas realmente diferentes, por lo que una de las cuestiones que no dejaba de asaltarme era cómo podían ser amigos. Miles es un profesor culto, con una pasión y conocimientos sobre el vino muy profundos, además de haber escrito un libro que tal vez vea publicado en breve. En cambio Jack es un viva la vida, despreocupado y juerguista que, a una semana de casarse, solo ve en el viaje la ocasión para echar una última cana al aire antes de su matrimonio.

A medida que el viaje va tomando forma, vamos conociendo mejor a Miles y su profunda tristeza pues, a pesar de que han pasado ya dos años desde su divorcio, aún no ha logrado pasar página y en su fuero interno aún suspira por una reconciliación con su ex, algo que comprende que no pasará cuando Jack le anuncie que ella se ha vuelto a casar. Junto con esa mala noticia, Miles es informado por su agente que las editoriales han rechazado su libro. El viaje se vuelve cada vez más negro para él. Incluso cuando ha conseguido conectar con una atractiva camarera, Maya (Virginia Madsen), su incipiente relación se va a pique por culpa del comportamiento irresponsable de su amigo.

A pesar del negro panorama, Entre copas no es un relato especialmente triste dado que está enfocado como comedia. Sin embargo, ello no le resta ni un grado de profundidad al estudio certero de los problemas vitales de un hombre de mediana edad que ve cómo ha pasado ya la mitad de su vida y ésta está lejos de ser lo que hubiera deseado. Nada le sale bien y todos sus sueños parecen esfumarse sin que pueda siquiera intentar arreglar las cosas. Y si ver a Jack podría mostrarle otra forma de enfocar la vida, en realidad su amigo tampoco es un buen ejemplo y tras su fachada divertida es también un hombre asustado ante el matrimonio y ante la posibilidad de perder a su novia por culpa precisamente de su comportamiento infantil.

Lo mejor de la película, sin duda, es la sensación de que estamos asistiendo a algo completamente real, tanto los personajes como sus situaciones desbordan credibilidad y Alexander Payne se esfuerza por transmitirnos esa verosimilitud a toda costa, de ahí tal vez esa puesta en escena tan espartana, huyendo de cualquier afectación. Por eso Entre copas no brilla a nivel estético precisamente, especialmente en el apartado de la fotografía. 

Es una elección en general acertada en consonancia con lo que se pretende transmitir, pero también a veces se echa de menos algo más, como por ejemplo lo que disfrutamos en la maravillosa escena en que Maya y Miles charlan sobre el vino, un momento mágico de intimidad y franqueza que te desarma y que hace que echemos en falta más momentos similares que sin perder la normalidad sí que aporten unas notas de poesía y desnudez del alma que habrían redondeado la historia.

Tampoco la elección de Thomas Haden Church me ha parecido la decisión idónea, es cierto que da el tipo de guaperas , pero no me parece un actor de talla, al contrario que Paul Giamatti que, a pesar de que no realiza aquí su mejor trabajo, siempre tiene un aire cercano y muy auténtico y que cuando comparte pantalla con Virginia Madsen logran una química realmente notable.

Entre copas es un trozo de realidad, un acercamiento sincero y desnudo a los problemas de los hombres de mediana edad, enfrentados al dolor del fracaso, matrimonial y vital; a los miedos, como por ejemplo al matrimonio, con la pérdida de una idea de libertad que se refleja cercana al egoísmo infantil e inmaduro de quién parece negarse a crecer y afrontar responsabilidades. En definitiva, es un viaje al fondo de la fragilidad humana, a la necesidad de sentirse valorado y amado. Un viaje vital realmente certero.

Entre copas se llevó el Oscar al mejor guión adaptado.

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