El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 13 de abril de 2023

John Wick (Otro día para matar)



Dirección: Chad Stahelski.

Guión: Derek Kolstad.

Música: Tyler Bates y Joel J. Richard.

Fotografía: Jonathan Sela.

Reparto: Keanu Reeves, Michael Nyquist, Willem Dafoe, Alfie Allen, Adrianne Palicki, Bridget Moynahan, Dean Winters, Lance Reddick, Toby Moore.

John Wick (Keanu Reeves), un asesino a sueldo, se ha retirado hace tiempo y lleva una vida tranquila. Sin embargo, Josef (Alfie Allen), el hijo de Viggo (Michael Nyquist), un mafioso, le roba el coche y mata a su perro. Wick buscará vengarse. 

Tras leer críticas muy positivas sobre John Wick (Otro día para matar) (2014) me esperaba un film de acción con alguna nota original que lo diferenciara de tantos otros productos del género que normalmente aportan muy pocas novedades. Mi decepción ha sido mayúscula al descubrir que la cinta no aporta nada de nada que la diferencie del resto, es más, repite tópicos uno tras otro sin ningún pudor.

La historia de un matón retirado que se ve obligado a abandonar su vida pacífica para vengarse la hemos visto tantas veces que ya aburre. Pero incluso el motivo de la venganza resulta desproporcionado: como Josef mata a su perro, último regalo de su esposa muerta, Wick considera justo compensarlo matándolo a él. Además, el dibujar al héroe como un supermán temible e implacable sigue sin resultar novedoso y hay ejemplos realmente buenos de películas con este esquema como para que la presente tenga el listón demasiado alto si no aporta nada diferente. Así que en el campo argumental, ningún detalle que pueda llamar nuestra a atención.

Hemos pues de centrarnos en la puesta en escena para ver si por aquí la película realmente se diferencia de su competidoras. Pues tampoco. Mucha violencia coreografiada con esmero, escenas de lucha dinámicas, llenas de ritmo y sincronizadas al milímetro, música machacona para embotarnos los oídos, juegos de luces y sombras y hasta la lluvia presente en el duelo final para añadir ese toque tan plástico que proporciona el agua. 

Incluso se recurre al consabido arranque de la historia con una escena del final, donde parece que deberíamos temer por el destino de Wick, algo que no me suele gustar porque pueden pasar dos cosas: o que muera el protagonista realmente, con lo que se quita emoción al desarrollo, pues anticipamos el final o, como aquí, que se trate de una simple y vulgar trampa, de manera que esperando un desenlace amargo nos llevemos la grata sorpresa de una recuperación milagrosa.

Si a todo ello añadimos unos diálogos de vergüenza ajena, tan infantiles que dejan a John Wick al nivel de un niño mimado, tenemos el cóctel perfecto de un film sin alma: mucha acción vacía de contenido, personajes de cartón piedra, ausencia total de sentimientos, un protagonista que no despierta la más mínima simpatía, villanos que ladran mas que muerden, ... Incluso algunos detalles son realmente surrealistas, como el hotel que le regala a Wick un cochazo para resarcirle de las molestias de que quisieran matarlo en su habitación.

Keanu Reeves nunca me gustó como actor, aunque en su favor hay que decir que su inexpresividad le viene como anillo al dedo para este personaje. El resto de compañeros de reparto se limitan a poner cara de estreñidos para representar su rol de tipos duros.

De verdad, no entiendo a los críticos.

Por cierto, que una película así ya se haya prolongado en dos secuelas y dos más en camino nos demuestra el nivel del cine actual o más bien, sus nulos intereses artísticos.

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