El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 28 de abril de 2023

Los peligros de la gloria



Dirección: Victor Schertzinger.

Guión: Austin Parker (Historia: Victor Schertzinger).

Música: Victor Schertzinger.

Fotografía: John Sumar (B&W).

Reparto: James Cagney, Evelyn Daw, William Frawley, Mona Barrie, Gene Lockhart, Philip Ahn, Marek Windheim, Dwight Frye, John Arthur. 

Terry Rooney (James Cagney), un famoso bailarín, viaja a Hollywood para probar suerte en el cine, ya que le han ofrecido un contrato para protagonizar una película.

Los peligros de la gloria (1937) es una comedia musical modesta que no está entre lo más representativo de la filmografía de James Cagney, pero solo por ver a este gran actor ya vale la pena.

La historia es sencilla: Terry es un bailarín que es feliz con su banda de músicos y su novia actuando en un local de Nueva York. Pero la idea de trabajar en el cine es muy tentadora, así que decide probar suerte en Hollywood. Una vez allí, las cosas no serán sencillas, empezando por el estudio, que intenta cambiarle de aspecto, la manera de vestir y hasta de hablar, y continuando con las artimañas comerciales que le obligan a fingir que está soltero. Sin embargo, la película es optimista y está cargada de buenas intenciones, así que Terry no sucumbirá a las tentaciones y mostrará su integridad absoluta y su fidelidad a la chica a la que ama, Rita (Evelyn Daw).

Este argumento se acerca bastante a los inicios en el cine del protagonista, que empezó trabajando en comedias musicales, además de ser un gran bailarín, lo que demuestra sobradamente en esta película en la que destacan especialmente los números musicales, tanto las canciones como los bailes, muy originales y tremendamente divertidos. Por cierto, podemos disfrutar aquí de un anticipo de la famosa escena de Big (Penny Marshall, 1988) en la que Tom Hanks y Robert Loggia bailan sobre el piano de suelo.

Hay cierta crítica al mundo del cine, con directivos histéricos y mandones, la servidumbre a la prensa, los fans agobiantes, la manipulación de las estrellas creadas artificialmente..., pero dado el carácter amable de la propuesta todo ello se realiza desde una mirada ligera y nunca con críticas destructivas.

Quizá se puede achacar a la cinta la poco inspirada dirección de Victor Schertzinger, demasiado "teatral" al filmar la mayoría de las escenas con la cámara fija frente a los decorados, lo que demuestra muy poca soltura y un apego a las técnicas del cine mudo. Y tampoco está del todo fluido con el ritmo en algunas escenas, lo que deja un pequeño mal sabor de boca pensando lo que podría haber conseguido un realizador más preciso.

Sin embargo, la alegría que impera en todo momento, los acertados números musicales y la hermosa relación de Terry y Rita hacen de la película un pasatiempo maravilloso, con el genuino encanto de las películas en blanco y negro, donde se buscaba entretener de la mejor manera posible, sin adornos innecesarios.

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