El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 16 de abril de 2023

Un engaño de lujo



Dirección: Pierre Salvadori.

Guión: Pierre Salvadori y Benoît Graffin.

Música: Camille Bazbaz.

Fotografía: Gilles Henry.

Reparto: Audrey Tautou, Gad Elmaleh, Marie-Christine Adam, Vernon Dobtcheff, Jacques Spiesser, Annelise Hesme.

Iréne (Audrey Tautou), una cazafortunas, confunde a Jean (Gad Elmaleh), un camarero del hotel donde se aloja, con un huésped adinerado. Éste, fascinado por su belleza, no se atreve a desmentir la confusión y acaba provocando que el millonario (Vernon Dobtcheff) con quien iba a casarse Iréne la abandone.

Me he llevado una sorpresa mayúscula con Un engaño de lujo (2006), comedia realmente inspirada que sin grandes momentos cómicos sí que consigue sacarnos un millón de sonrisas con una facilidad pasmosa.

La historia gira en torno a Iréne y Jean, que se enamora perdidamente de esta cazafortunas profesional que, lógicamente, lo rechaza porque lo que quiere es atrapar a un pez lo bastante gordo para que la colme de regalos y poder llevar una vida de lujo, algo que con Jean está más que claro que no tendría.

Sin embargo, el inteligente guión del director y Benoît Graffin no se contenta con ese detalle para construir la trama y teje un acertado y oportuno enredo más convirtiendo a Jean, por un mero capricho del destino, en un chulo al servicio de una rica señora madura (Marie-Christine Adam) que se encapricha de él. Entonces, Iréne, viendo su torpeza innata, acudirá para ayudarlo a "ejercer" convenientemente su nueva profesión.

Lógicamente, al final el amor acabará imponiéndose a los deseos materialistas de Iréne y nuestra pareja sellará su amor con un beso, ¡como tiene que ser!

Sin duda, un planteamiento de lo más original para una comedia romántica, género donde parecía que era complicado encontrar nuevas vías que se salieran de los caminos habituales. El convertir a nuestros protagonistas en un gigoló y una cazafortunas no solo es realmente original, sino que crea un sinfín de situaciones que el guión sabe explotar convincentemente.

Además, a parte del tono marcadamente divertido y desenfadado de la historia, el argumento sabe también crear pequeños momentos de ternura realmente logrados, con los que se añade un pequeño toque dramático y sentimental que enriquece la historia y hace que nos encariñemos sinceramente de Jean, un tipo torpe pero cuyo sincero enamoramiento resulta conmovedor. El momento en que sacrifica todos su ahorros para pasar una velada con Iréne, con el detalle del último euro a cambio de diez segundos más junto a ella, es de una belleza y eficacia realmente geniales.

Y todo este maravilloso enredo cobra vida además con una Audrey Tautou de la que es imposible no enamorarse, de manera que estamos como espectadores al mismo nivel de fascinación que Jean, con lo que no solo lo comprendemos perfectamente, sino que desearíamos estar en su lugar. Por su parte, Gad Elmaleh saca petróleo de su inexpresividad y su aire de buena persona, de manera que consigue que su personaje encaje perfectamente en el papel de iluso enamorado y gigoló torpón, haciéndose muy entrañable.

Un engaño de lujo es una comedia elegante, tierna y muy divertida, el rebuscado y morboso planteamiento funciona de maravilla. Los enredos encajan con precisión y la historia logra una alternancia perfecta de situaciones muy divertidas con momentos de ternura, donde vamos viviendo el progresivo enamoramiento de Iréne, cómo se van cayendo sus prioridades para rendirse finalmente a la nobleza de Jean y su amor sincero.

Una película maravillosa.

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