El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 12 de abril de 2023

Camino de Santa Fe



Dirección: Michael Curtiz.

Guión: Robert Buckner.

Música: Max Steiner.

Fotografía: Sol Polito (B&W).

Reparto: Errol Flynn, Olivia de Havilland, Raymond Massey, Ronald Regan, Alan Hale, William Lundigan, Van Heflin, Gene Reynolds, Henry O'Neill, Guinn "Big Boy" Williams, Alan Baxter. 

Recién graduados en West Point, los oficiales Jeb Stuart (Errol Flynn) y George Custer (Ronald Regan) son enviados al territorio de Kansas, que sufre continuos disturbios por la presencia de John Brown (Raymond Massey), un famoso abolicionista.

Sorprendente western con más connotaciones ideológicas que épicas, Camino de Santa Fe (1940) resulta realmente ofensivo en su discurso aunque visualmente es un film notable.

Lo primero que se constata es lo mal que ha envejecido la película, sin duda por el mensaje que encierra y que hace que, además de ser inaceptable en la actualidad, llena la historia de unos diálogos demasiado grandilocuentes y un tanto artificiales.

Camino de Santa Fe se ocupa de los años que precedieron la Guerra de Secesión norteamericana y explica, de manera nada veraz y sí muy deformada, la situación de enfrentamiento entre los partidarios de abolir la esclavitud y los defensores de la misma. Lo más chocante es que sitúa a los malos de la historia del lado de los abolicionistas, lo que desde el principio nos coloca en una situación anómala, pues instintivamente deberíamos apoyarlos. Para conseguir que el espectador no tenga dudas de qué lado es el bueno, retrata a John Brown, el líder de los anti esclavistas, como un fanático religioso que no atiende a razones ni al sentido común y está dispuesto a cualquier atrocidad con tal de hacer valer su ideología.

De la misma manera, para que nuestras simpatías no flaqueen por el otro bando, Jeb Stuart es un sureño que no defiende la esclavitud, sino que cree que hay que dar tiempo al Sur para que vaya comprendiendo que deberá renunciar a la esclavitud, pero solo a su debido tiempo. Pare reforzar esta idea, el guión incluso le hace decir a un par de esclavos que no quieren la libertad en esas condiciones.

Con este mensaje tan chocante cuesta disfrutar de la historia, pues tenemos claro que el mensaje está manipulado. En este sentido, otro de los elementos que acentúa la simplicidad del relato es la fuerte identificación de los bandos, donde los malos no tienen ni un solo aspecto positivo, acaparando cualquier defecto posible: fanatismo, crueldad, traición.

Pero, a parte de todo lo mencionado, Camino de Santa Fe es un film marcadamente antiguo, incluso cuando fue estrenado, como lo delata el uso constante de textos explicativos, al estilo del cine mudo.

Pero si el guión se muestra torpe en el plano ideológico, tampoco brilla especialmente en otros aspectos. Era frecuente en los films de aventuras y en el western recurrir a algún personaje gracioso que servía de contrapunto al héroe. Pero en esta ocasión este recurso está muy torpemente utilizado, se abusa de su utilización y las bromas son tan elementales que más que gracia provocan sonrojo.

Por otra parte, otro elemento indispensable es la historia de amor entre los protagonistas y de nuevo el guión demuestra sus debilidades ya que el romance entre Jeb y Kit (Olivia de Havilland) está totalmente desaprovechado. Errol Flynn y Olivia de Havilland compartieron protagonismo en muchas películas y siempre brillaron por la química que había entre ellos, pero en esta ocasión su romance carece de intensidad y pasión.

Michael Curtiz demuestra su oficio como director y nos brinda un relato ágil donde destacan las escenas de acción y algunos planos de indudable belleza gracias a la excelente labor de Sol Polito en la fotografía, pero ello no puede paliar las deficiencias derivadas del guión y que a la postre enturbian el resultado.

Por cierto, el doblaje al castellano, lamentable.

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