El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 26 de abril de 2023

The Lady in the Van



Dirección: Nicholas Hytner.

Guión: Alan Bennett (Libro: Alan bennett).

Música: George Fenton.

Fotografía: Andrew Dunn.

Reparto: Maggie Smith, Alex Jennings, Jim Broadbent, Frances De La Tour, Roger Allam, Deborah Findlay, Gwen TaylorPandora Colin, Nicholas Burns, David Calder. 

Mary Shepherd (Maggie Smith), una anciana que vive en su furgoneta decide aparcarla en Camden Town, en Londres. Una estancia que terminará prolongando durante quince años, tiempo en que nacerá una curiosa amistad con Alan Bennett (Alex Jennings), un escritor que cuidará de ella.

Si no se aclarara al comienzo de The Lady in the Van (2015) que estamos ante una historia basada en hechos reales, nos costaría admitir como verosímil un argumento como el presente. Pero como se sabe, la realidad supera a la ficción.

Es evidente que tenemos que hablar especialmente de Maggie Smith y su excelente trabajo. Sin duda, es una de esas actuaciones que quedan señaladas en una carrera. Sin embargo, asentar toda la valoración de la cinta en su trabajo es excesivo; un film debe ser algo más para que me emocione y The Lady in the Van termina resultando mucho menos interesante de que lo me había imaginado.

Tal vez porque esperaba que la señora Shepherd acabara desvelando algún secreto de su pasado que diera sentido al relato de su vida en Camden Town. Es cierto que se intuye un accidente que puede resultar interesante al comienzo del relato pero al final se queda el hecho más en una anécdota, pues apenas tiene incidencia en la historia. Lo mismo que la afición por la música de la protagonista, que no se explota más que en cuentagotas.

Finalmente, entonces, nos queda la relación de la excéntrica señora con su vecino Alan y tampoco aquí encuentro nada realmente emocionante. Incluso el recurso de desdoblar a Alan en dos personas, el escritor y el simple vecino, es una idea que aparte de su originalidad tampoco proporciona nada especial. Lo más interesante sin duda son las sentencias de la señora Shepherd, siempre sorprendentes y a veces realmente curiosas. Pero me parece insuficiente como para sostener un film por entero.

De hecho, en algunos momentos se hace algo pesado, por la reiteración de situaciones sin muchas variaciones, de manera que incluso el final termina por hacerse demasiado largo, pues ya estaba un tanto fatigado y estaba deseando el final de la historia, lo cuál no dice mucho en su favor.

Eché en falta algo más de imaginación y emoción en el relato, que no deja de ser una curiosa historia que entretiene por salirse de lo habitual, pero que en esencia tiene realmente poco para emocionarnos.

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