El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 11 de abril de 2023

Noviembre dulce



Dirección: Pat O'Connor.

Guión: Kurt Voelker.

Música: Christopher Young.

Fotografía: Edward Lachman.

Reparto: Keanu Reeves, Charlize Theron, Jason Isaacs, Greg Germann, Liam Aiken, Lauren Graham, Robert Joy, Michael Rosenbaum, Frank Langella.

Nelson Moss (Keanu Reeves) vive obsesionado con su trabajo, que es la prioridad en su vida. Pero un día conoce a Sara (Charlize Theron) que está convencida que Nelson no es feliz y le propone ayudarle a serlo si le dedica un mes de su vida.

Confieso que mi excusa para ver Noviembre dulce (2001), cuyo título no me prometía nada bueno, era la presencia de Charlize Theron, una actriz con un enorme talento además de su gran belleza. 

El comienzo de la película es un tanto surrealista, con una hermosa mujer que parece que se dedica a ayudar a los hombres, que no a las mujeres, que encuentra que necesitan cambiar algo en sus vidas y para ello les pide que vivan con ella durante un mes, tiempo que estima necesario para obrar su especie de milagro.

Es tan extraño este planteamiento que me imaginaba que Sara podía ser una especie de ángel que cumplía una misión divina y, realizado el milagro, desaparecía para siempre. No imaginaba otra posible explicación a un argumento así. Y creo sinceramente que ese toque mágico hubiera sido más interesante que lo que propone el argumento, que no tiene realmente mucho sentido.

Si somos capaces de pasar por alto todas las preguntas y dudas que plantea el argumento de la película, demasiado retorcido y escasamente creíble, la verdad es que Noviembre Dulce queda reducido a un bonito film romántico con todos los tópicos el género. Para los más curtidos, podría parecernos una versión moderna de Love Story (Arthur Hiller, 1970).

El film se apoya en básicamente en Charlize Theron, que enamora con su alegría, su dulzura y una mirada llena de luz. A su lado, entendemos la elección de Keanu Reeves, pues es un tipo muy guapo, un equivalente en hombre a Charlize, aunque sus dotes como actor distan de ser las ideales. Aún así, la pareja funciona y su enamoramiento resulta convincente. Además, Pat O'Connor, sin una puesta en escena memorable, sabe crear la atmósfera precisa para la historia, con hermosos pasajes que retratan la felicidad de la pareja apoyados por una banda sonora muy tierna y conmovedora. Y cuando llega el momento de ponerse dramáticos, O'Connor sabe contagiarnos del dolor que vive la pareja sin caer demasiado en lo melodramático, simplemente dejando que los hechos se encarguen de ponernos un nudo en la garganta.

Sin embargo, no hay nada realmente excepcional en la historia, el argumento es simplista, lo mismo que los personajes, pero funciona porque expone ideas gratificantes, como la redención de Nelson, que pasa de ser un idiota casado con su trabajo a una persona que descubre otros valores importantes en la vida, y cuenta una historia de amor de esas que a todos nos atraen, aún reconociendo que está llena de tópicos y todo resulta poco creíble. Quizá con un argumento más sólido podríamos estar hablando de un film maravilloso que, con lo que propone, se queda sencillamente en una bonita historia de amor con muchas lagunas.

La película es un remake de Dulce Noviembre (Robert Ellis Miller, 1968).

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