El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 19 de abril de 2023

Toda la verdad



Dirección: Carl Franklin.

Guión: Yuri Zeltser y Cary Bickley (Novela: Joseph Finder). 

Música: Graeme Revell.

Fotografía: Theo Van de Sande.

Reparto: Ashley Judd, Morgan Freeman, Jim Caviezel, Amanda Peet, Adam Scott, Bruce Davison, Tom Bower, Michael Gaston, Jude Ciccolella, Juan Carlos Hernández, Michael Shannon, Emilio Rivera, John Billingsley.

La vida de la abogada Claire Kubik (Ashley Judd) sufre un vuelco cuando su marido Tom (Jim Caviezel) es detenido acusado de haber cometido varios asesinatos en el pasado y además descubra que en realidad su verdadero nombre es otro.

Cuando una película parte de un argumento tan rebuscado como Toda la verdad (2002) es fácil adivinar que la historia encierra alguna sorpresa final y que nos van a estar manipulando para mantenernos engañados y que el resultado sea lo más sorprendente posible. Las claves finalmente para que un film de estas características funcione son básicamente dos: que el desenlace, aunque sorprendente, resulte creíble y que el desarrollo de la historia sea interesante y esté bien llevado.

Toda la verdad cumple con estos dos requisitos con lo cuál, a pesar de no ser más que un pasatiempo sin mucho donde rascar, al menos tiene la virtud de resultar aceptablemente entretenido.

Para empezar, el punto de partida es realmente bueno: un hombre que resulta no ser quién dice ser y que ha engañado a su esposa durante bastantes años sobre su pasado, pero que resulta realmente creíble cuando afirma su inocencia y explica de manera del todo convincente las circunstancias que le han llevado a estar dónde está.

Creemos en su inocencia al igual que su esposa y dado que las dificultades para demostrarla son realmente muy elevadas, el caso tiene la suficiente fuerza como para que su desarrollo nos mantenga cautivos en espera del desenlace.

Carl Franklin sabe jugar con habilidad con los giros del argumento, las amenazas constantes que se ciernen sobre Claire, las sospechas sobre sus aliados y enemigos... La trama avanza pues con suficiente fuerza como para mantenernos en vilo todo el tiempo y los necesarios instantes de peligro e incertidumbre se suceden de manera perfectamente planificada y funcionan bastante bien.

Hay que reconocer que contar con Morgan Freeman es toda una garantía, pues su presencia siempre resulta altamente convincente. Y encima Ashley Judd consigue un equilibrio muy acertado entre la determinación por defender a su marido y las lógicas dudas que descubrir una realidad inesperada le despiertan. Además, su fragilidad aporta un elemento más muy interesante para el desarrollo de la historia. En cambio, la presencia de Amanda Peet en el papel de su hermana resulta un pegote un tanto innecesario.

Tampoco el final desentona y, aunque es bastante previsible, parece el broche más apropiado para la película. La conclusión de que todos han mentido y que no hay realmente más que víctimas en la historia es bastante consecuente con todo lo que hemos visto.

Pero no nos engañemos, Toda la verdad no pasa de ser un thriller del montón. Está bien realizado, tiene un punto de partida intrigante y el director lleva el desarrollo sin errores y con fluidez, pero el guión resulta demasiado estereotipado como para destacar.

Si buscas pasar un rato de entretenimiento sin muchas expectativas, sin duda el film cumple con ello. 

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