El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 23 de abril de 2023

Mis dos amores



Dirección: James Gray.

Guión: James Gray y Richard Menello.

Música: Varios.

Fotografía: Joaquín Baca-Asay.

Reparto: Joaquin Phoenix, Gwyneth Paltrow, Vinessa Shaw, Isabella Rossellini, Elias Koteas, Moni Moshonov. 

Leonard (Joaquin Phoenix) es un joven que ha sufrido una crisis por un desengaño sentimental intentando suicidarse varias veces. De repente, dos mujeres entran en su vida: Sandra (Vinessa Shaw), hija de un socio de su padre, y Michelle (Gwyneth Paltrow).

El cine romántico está repleto de comedias un tanto banales en su mayor parte que a veces convierten el amor en algo divertido y sencillo y la felicidad está al alcance de la mano. Mis dos amores (2008) nos sorprende con una visión del amor mucho más cercana a la realidad, tremendamente verdadera mejor dicho. Un juego de dos en el que a menudo la pareja resulta que no está sincronizada.

El protagonista, Leonard, aún no se ha recuperado de un fracaso sentimental, justo cuando pensaba que había encontrado el amor de su vida. Ha tenido que volver a vivir con sus padres, que intentan apoyarlo pero sin saber muy bien cómo ayudarlo. De hecho, Leonard acaba de volver a intentar suicidarse, presa de una melancolía y una apatía que lo dominan por completo.

Y en ese estado de ánimo es cuando conoce a dos mujeres que le cambiarán la vida. Sandra es dulce, comprensiva y cariñosa y se enamora de Leonard y de su fragilidad. Dejándose llevar, éste empieza una relación seria con ella a pesar de estar enamorado de Michelle, su vecina. Ella está saliendo con un hombre casado, por lo que para Leonard es un sueño inalcanzable. Sin embargo, a pesar de estar con Sandra, Leonard no es capaz de olvidar a Michelle y cuando ésta rompe con su novio, Leonard planea irse con ella a San Francisco y empezar juntos una vida nueva. Está decidido: dejará su trabajo, a sus padres y a Sandra por Michelle.

Pero en el último instante, Michelle le anuncia que su novio ha dejado a su familia y que retoman su relación. ¿Qué hacer? Leonard se va a la playa en apariencia con la intención de poner fin a su sufrimiento pero, en el último momento, al ver un guante que le regaló Sandra decide volver a su lado. 

El amor muchas veces es así: esquivo, caprichoso, juega con nosotros sin piedad. James Gray nos muestra este juego sin adornos, con toda franqueza, en un relato sombrío, como el corazón de Leonard, una persona sensible que no acaba de encontrar la felicidad, que se le escapa siempre en el último instante. Esta vez, al menos, puede encontrar cierto consuelo en el amor de Sandra pero, no nos engañemos, no es un final feliz, es un bálsamo, pero no la redención que buscaba Leonard, no es la felicidad que le empujaba a cambiarlo todo por Michelle.

Joaquin Phoenix realiza un trabajo impecable. Nos olvidamos que es un actor y sentimos su soledad y su vacío con una claridad incuestionable. Un trabajo intenso y certero desde una naturalidad absoluta.

Quizá se podría achacar a Mis dos amores la ausencia de pasión en un asunto tan intenso como el amor. Pero no era esa la intención, porque en esta ocasión el amor es doloroso, hace sufrir y no es correspondido. Y el tono triste, melancólico que le da James Gray a la historia es el único posible.

Mis dos amores no es un relato agradable, pero sí que resulta sincero, desprovisto de paños calientes. 

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