Dirección: Marco Kreuzpaintner.
Guión: Robert Gold, Jens-Frederik Otto y Christian Zübert (Novela: Ferdinand Von Schirach).
Música: Ben Lukas Boysen.
Fotografía: Jakub Bejnarowicz.
Reparto: Elyas M´Barek, Franco Nero, Alexandra Maria Lara, Heiner Lauterbach, Manfred Zapatka, Jannis Niewöhner, Rainer Bock, Catrin Striebeck, Pia Stutzenstein.
El señor Meyer (Manfred Zapatka), un prestigioso empresario alemán, es asesinado y el señor Collini (Franco Nero) es arrestado como el presunto asesino adjudicándole al recién licenciado Caspar Leinen (Elyas M´Barek) como su abogado de oficio.
Interesante drama que hace un meticuloso repaso de los traumas derivados de la Segunda Guerra Mundial y hasta qué punto pueden condicionar la vida de muchas personas.
El caso Collini (2019) arranca con un asesinato, pero muy inteligentemente deja en la sombra la autoría del mismo. Todo apunta al señor Collini, pero al no mostrarnos directamente el crimen, se siembra una duda que se acrecienta con el total hermetismo del acusado, que ni siquiera habla una sola palabra con su propio abogado defensor.
Todo este comienzo es lo suficientemente interesante y misterioso para que nos enganchemos al relato que además Marco Kreuzpaintner sabe hilvanar con gran habilidad. Porque la historia pronto toma tintes muy personales que podrían arruinar el misterio llevándolo a un terreno peligroso. Hemos visto muchas veces casos parecidos en que un buen planteamiento se estropea por recurrir a casualidades e implicaciones personales que no resultan creíbles y derivan hacia algo parecido a un folletón.
En este caso, Caspar ha tenido desde niño una relación muy estrecha con el señor Meyer, siendo casi uno más de su familia. De hecho, Caspar y la nieta del difunto, Johanna (Alezandra Maria Lara) habían sido novios en su juventud. Ella es ahora la heredera de los bienes de su abuelo y se siente terriblemente afectada con el hecho de que Caspar defienda a su asesino.
Pero mientras en otros films con este tipo de historias el relato refuerza el dramatismo en torno a estas circunstancias personales, la sutileza cómo está contada la historia hace que estos detalles se presenten sin estorbar el centro de la trama y se quedan en un adorno interesante, que añade un punto de tensión, pero no roba protagonismo a lo fundamental.
El director además tiene una manera muy elegante de tratar todo el argumento, que consiste en insinuar más que mostrar, dejando que seamos los espectadores los que completemos, a nuestro gusto, aquello que se esboza, como el futuro de Caspar con Johanna, por ejemplo. Esta manera de dejar ciertos detalles en el aire me parece una opción realmente inteligente y que no resta fuerza ni emoción a la historia y es un recurso muy apropiado para evitar caer en sentimentalismos y dramas innecesarios.
Si el comienzo resultaba ya muy logrado, el desenlace es espectacular, sin recurrir a nada especialmente sorprendente ni rebuscado. El drama que nos cuentan es tan fuerte que no hacen falta adornos, basta con la exposición tan contundente de los hechos en el juicio para que nos quedemos noqueados por la verdad. Comprendemos tan claramente el sufrimiento que ha debido tener que soportar el señor Collini desde su infancia que nos estremecemos solo al intentar ponernos en su lugar y entendemos su última reacción como una liberación a tanto dolor acumulado.
Pocas veces podremos asistir a una exposición tan acertada de un drama histórico como el que se cuenta aquí. Lo ejemplar, es la manera tan sobria con que es narrado y cómo el relato consigue traspasar la pantalla.
Es verdad que la secuencia de los fusilamientos puede sobrepasar quizá el tono comedido que domina la película, llevándola a un terreno pantanoso. Pero al final encaja tan bien con todo el relato que terminamos por aceptarla por necesaria y también por ser el único momento en que se llega a un dramatismo de tal magnitud, con el niño obligado a presenciar la muerte de su padre.
Sin duda, una película notable, que sabe contar unos hechos muy duros con una precisión remarcable.
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