Dirección: Kieran Darcy-Smith.
Guión: Matt Cook.
Música: Craig Eastman.
Fotografía: Jules O'Loughlin.
Reparto: Woody Harrelson, Liam Hemsworth, Alice Braga, Emory Cohen, Felicity Price, José Zúñiga, William Sadler, Chris Baker, Chris Berry.
Cerca del pueblo de Mount Hermon, en Texas, están muriendo y desapareciendo muchos mexicanos misteriosamente por lo que el gobernador decide enviar a David Kingston (Liam Hemsworth), un Ranger, a investigar.
Extraña película que catalogamos como western por transcurrir en finales del siglo XIX en Texas, pero realmente se parece poco a lo que podríamos esperar de un film adscrito al género. Tiene bastante de terror psicológico, de suspense y de drama en una curiosa mezcla que si se analiza bien resulta muy poco sólida.
El cine actual empieza a pecar de mucho adorno y poca sustancia. El problema es importante porque no afecta a unos pocos títulos, sino que es un mal que se extiende como una epidemia. La causa creo que se ubica en la escasez de buenos guionistas, de creadores con talento capaces de crear historias con sentido y profundidad. En su ausencia, los directores suelen recurrir a envoltorios originales, a veces realmente hermosos, con los que pretender encandilarnos, como a niños pequeños deslumbrados por un calidoscopio. Sin embargo, es algo que no suele funcionar.
Hay historias que parecen desarrollarse de manera natural, con una lógica interna evidente. La historia de El duelo parece en cambio forzada, encajando las piezas con calzador para lograr el resultado deseado.
El guión de El duelo (2016) se podría condensar en un par de cuartillas y aún así Kieran Darcy-Smith se las arregla para proponernos un relato cercano a las dos horas. El truco consiste en un ritmo pausado, recreándose en los escenarios, aprovechando los paisajes, el juego de luces y sombras, alargando los momentos hasta el límite y dotando a la historia de cierto misterio para mantenernos intrigados. Y la cosa funciona más o menos bien mientras dura el embrujo, pero en cuanto empezamos a comprobar que detrás de las insinuaciones no hay nada, que motivos fundamentales de la historia, como la extraña dependencia de la esposa de David, Marisol (Alice Braga), de Abraham (Woody Harrelson), terminan sin explicación, empezamos a sospechar que la historia se acerca mucho a un engaño, a un relato vacío de contenido que solamente se sustenta en las apariencias.
Incluso, si analizamos algunos detalles, encontramos la trampa fácilmente o lo incongruente de muchos sucesos. Pero El duelo no busca darnos explicaciones ni crear un film que nos lleve a reflexionar. Es confuso a propósito, como los discursos de Abraham, porque en la confusión, en la intriga, reside el único as en la manga del director para poder alargar el relato e intentar deslumbrarnos con sus juegos.
Lo peor de todo es la duración. Pienso que acortando la historia y puliendo algunos detalles un tanto absurdos, simplificando las cosas para hacerlas más convincentes, centrando el drama en la venganza de David, por ejemplo, por la muerte de su padre a manos de Abraham o incluso profundizando un poco más en unos personajes de los que solo se nos muestra la fachada, tal vez El duelo hubiera ganado enteros, porque las posibilidades están ahí y el envoltorio es bonito. Pero habría hecho falta un guión con sentido y no lo que finalmente descubrimos.
Por cierto, la figura de Abraham me recordaba todo el tiempo al Coronel Kurtz (Marlon Brando) de Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979), no solo por el aspecto, sino por sus locuras y su reinado de terror. Otra similitud interesante es el duelo del comienzo del film entre Abraham y el padre de David que habíamos visto en Gangs of New York (Martin Scorsese, 2002).
Y una curiosidad más: Felicity Price, que hace el papel de la prostituta Naomi, es la esposa del director.
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