El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 22 de abril de 2023

La reina Victoria



Dirección: Jean-Marc Vallée.

Guión: Julian Fellowes.

Música: Ilan Eshkeri.

Fotografía: Hagen Bogdanski.

Reparto: Emily Blunt, Rupert Friend, Paul Bettany, Miranda Richardson, Jim Broadbent, Thomas Kretschmann, Mark Strong, Jesper Christensen, Harriet Walter, Jeanette Hain, Julian Glover. 

Antes de acceder al trono, la joven Victoria (Emily Blunt) tendrá que soportar las estrictas normas que le imponen así como las intrigas sobre su futuro de sus parientes más próximos, incluida su madre, la Duquesa de Kent (Miranda Richardson), dócil seguidora de los dictados de su ambicioso consejero John Conroy (Mark Strong). 

El título en castellano, La reina Victoria (2009), puede llevar a confusión; en esta ocasión habría sido mejor una traducción literal del inglés, The Young Victoria, ya que el relato se centra en el período inmediatamente anterior al ascenso al trono de la reina y sus primeros años en el poder.

Y dentro de este breve período de un reinado muy extenso, más de 63 años, el relato se centra más en su noviazgo con el Príncipe Alberto que en los aspectos políticos, si bien se mencionan algunos sin profundizar demasiado.

Por lo tanto, La reina Victoria es básicamente una película romántica; quien espere ver reflejados con cierto rigor temas políticos se llevará una pequeña desilusión. 

Normalmente no me suelen gustar los films biográficos, creo que es bastante complicado reflejar con originalidad la vida de cualquier personaje. Hay excepciones, como Amadeus (Milos Forman, 1984), pero se cuentan con los dedos de una mano y La reina Victoria, por desgracia, no está entre ellas.

Es evidente que la película resulta impecable en su puesta en escena. Un tema como el que nos ocupa exigía ciertamente representar con minuciosidad el lujo de la corte o los fastos de la coronación, las vestimentas, los jardines y residencias. Pero que un film de esta naturaleza resulte sobresaliente en el apartado técnico es lo mínimo que podemos esperar. El problema se presenta cuando el relato no tiene la misma fuerza y perfección con lo que nos cuenta y La reina Victoria es una película fría, casi impersonal. 

Lógicamente, entiendo que muchos aspectos del reinado queden sin enunciar siquiera debido a la duración contenida de la película, que es algo que hay que agradecer en una época en que las historias se alargan en general innecesariamente. Pero lo que sí me esperaba era al menos en los temas abordados algo más de profundidad. Todos los personajes, por ejemplo, se quedan con más sombras que luces, algunos tan importantes como la Duquesa de Kent, de la que conocemos su comportamiento pero no su motivación, al menos no en profundidad. Incluso la reconciliación con su hija, que se apunta en algunos momentos, no llega a concretarse. 

El tema principal de la película es la relación de Victoria con su futuro esposo y tampoco aquí el director lograr hacernos sentir la pasión de unos enamorados y lo que vemos es un diario de sus encuentros y su correspondencia realmente frío y la verdad es no logró emocionarme en absoluto. 

La reina Victoria es una película que va de más a menos. Los comienzos prometían realmente un retrato profundo de una reina que por su edad no lo tenía nada fácil pero, conforme avanza la historia, va perdiendo intensidad y se queda en un bonito decorado con menos contenido del deseable.

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