Dirección: Steven Brill.
Guión: Steven Brill.
Música: John Debney.
Fotografía: Jonathan Brown.
Reparto: Elizabeth Banks, James Marsden, Gillian Jacobs, Sarah Wright Olsen, Kevin Nealon, Ethan Suplee, Bill Burr, Lawrence Gilliard, Jr., Alphonso McAuley, Ken Davitian, Oliver Hudson.
Meghan Miles (Elizabeth Banks), una reportera de una modesta cadena local, recibe dos malas noticias el mismo día: su novio la ha dejado y el puesto al que aspiraba en una cadena importante se lo van a dar a otra aspirante. Así que para pasar el mal trago, se pasa una noche de juerga y despierta en casa de un desconocido. El problema vendrá cuando quiera regresar a su trabajo.
Ya en el comienzo, con las meteduras de pata de presentadores de televisión durante los títulos de crédito, Vaya resaca (2014) nos pone en guardia: estamos ante una comedia muy, muy divertida que sacará petróleo de las diversas peripecias de la atractiva Meghan en su camino de regreso al trabajo.
Para empezar, es todo un acierto presentar a Meghan como una muchacha decente, algo timorata, poco amiga de las bebidas y las drogas, algo inocente incluso, una buena chica, en resumen, porque de esta manera todo lo que le sucede y las confusiones sobre su trabajo tienen mucha fuerza aún.
El recorrido de la joven estará repleto de accidentes y malos entendidos, se topará con gente realmente extraña y comprobará lo complicado que puede resultar conseguir siquiera un dólar y medio para un billete de autobús.
Lo bueno es que todo ese periplo está elaborado con mucha inteligencia, todas las situaciones en que cae Meghan son coherentes, dentro de la locura del planteamiento, y el guión es tan bueno que en cada momento nos sorprende con salidas geniales y divertidas. El ritmo es perfecto, nunca decae ni hay tiempos muertos; además jamás podemos anticipar la siguiente desgracia que le acontecerá a Meghan y los diálogos son realmente brillantes. Hacía mucho que una comedia no me sacaba tantas carcajadas.
Es cierto que muchos personajes están llevados casi al límite, pero nunca se pasan realmente de rosca y sus torpezas encajan con el tono delirante de la historia. Es evidente que todo lo que vemos no podríamos pasarlo por el filtro de la razón, pero en la mayoría de las grandes comedias suele pasar algo parecido y sino que se lo digan a Billy Wilder. Pero lo importante en este tipo de películas es ver si cumplen con el propósito con que están hechas y Vaya resaca es un acierto pleno a la hora de hacernos pasar un rato hilarante.
Además, Elizabeth Banks está perfecta y demuestra que no solo es una cara bonita, sino que sabe meterse en el personaje, interpretando con verdadera maestría a esa pobre mujer víctima de las circunstancias.
Merece al pena también resaltar que la comedia funciona tan bien porque tiene un fondo de realidad incuestionable: en las grandes ciudades la gente es insolidaria y cuesta que alguien te eche una mano, a veces por mero egoísmo y otras por miedo, como se muestra magistralmente en la escena en que el tipo con chandal que va corriendo se asusta de la reportera, cuando la lógica indica que debería ser al revés; sin embargo, estamos llegando a tal grado de paranoia que yo todo es posible y por eso las situaciones mostradas funcionan, porque son creíbles. Por ejemplo, Meghan, al ir con un vestido de noche, es tomada por una prostituta, porque está fuera de contexto y es la explicación más evidente a simple vista. Ahí también el guión sabe explotar otro problema de nuestra sociedad: te juzgan por las apariencias y nada de lo que digas puede remediarlo, como cuando expulsan violentamente a Meghan del bus los "buenos" ciudadanos.
Me cuesta entender las malas críticas recibidas por la película y creo que tiene mucho que ver con ciertos prejuicios. Por ejemplo, Jo, ¡qué noche! (1985), cuyo argumento guarda cierto parecido con éste, ha sido alabada unánimemente por la crítica profesional; intuyo que el estar dirigida por Martin Scorsese tiene mucho que ver y, sin embargo, Vaya resaca me ha parecido mucho más inteligente y decididamente más divertida.
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