Dirección: Charlie McDowell.
Guión: Justin Lader y Andrew Kevin Walker.
Música: Danny Bensi y Saunder Jurriaans.
Fotografía: Isiah Donté Lee.
Reparto: Jason Segel, Lily Collins, Jesse Plemons, Omar Leyva.
Un ladrón (Jason Segel) entra a robar en una casa de campo. Justo cuando va a irse, llegan los propietarios, un empresario de éxito (Jesse Plemons) y su esposa (Lily Collins).
Interesante película que juega con la tensión creada por la forzada convivencia del ladrón con los propietarios de la casa mientras esperan que llegue el dinero con el que el asaltante intentará emprender una nueva vida. Es apenas un día, pero en ese tiempo los personajes se han de enfrentar a una situación que pondrá a prueba sus nervios y sacará también a relucir los problemas conyugales largo tiempo ocultos.
Lointeligente es que desde el principio se crea cierto misterio sobre los personajes. No sabemos exactamente quién es el ladrón ni tampoco lo que quiere en el fondo. No parece muy espabilado, pero conoce al empresario y se intuye algo en su pasado que podría tener que ver con el hecho de que decidiera robar precisamente en esa casa. También la esposa va descubriéndose poco a poco y comprendemos que no es feliz al lado de su esposo y que cuando decidió casarse con él fue a costa de sacrificar sus propios ideales. Se ha acomodado a una vida de lujos donde intenta compensar de alguna manera su riqueza por medio de la caridad y la ayuda a los necesitados, pero su vida no es lo que deseaba y la brecha con su esposo se irá agrandando conforme avanza el secuestro.
El marido en cambio parece tenerlo todo claro desde el principio. No se arrepiente de nada, es más, está orgulloso de lo que ha conseguido en la vida con su trabajo y desprecia a todos aquellos fracasados que no han sabido tener éxito. A pesar de su dinero, no es una buena persona y en realidad está más solo de lo que cree.
Con un ritmo pausado, tan habitual últimamente en este tipo de cine de autor, Golpe de suerte (2022) sabe jugar sus bazas con inteligencia. Así, su lentitud no se utiliza como recurso que enmascare la falta de ideas, sino que es una elección estética que favorece además el clima de incertidumbre, dejando tiempo para que saboreemos la tensión y los conflictos personales que van aflorando. Porque a pesar de la simplicidad del planteamiento, el guión sabe crear diversas expectativas que logran mantener el interés, que va creciendo convenientemente en el último tercio, donde los acontecimientos van encadenándose hasta un final tan brusco como sorprendente.
Es cierto que tal vez podíamos habernos creado expectativas más profundas que lo que finalmente acontece, pero en todo caso, tanto el clima creado a lo largo de la historia como el desenlace resultan del todo convincentes y no defraudan.
Además, el trío de protagonistas está impecable, con un Jesse Plemons que demuestra un talento envidiable, quizá el mejor de los tres, pero sin que sus compañeros desmerezcan en absoluto.
En resumen, una historia muy sencilla pero inteligente que nos engancha desde el principio en espera del desenlace, que siempre resulta impredecible, pero que no se basa exclusivamente en eso, sino que sabe amueblar el discurso con unos personajes cargados de sombras que se van desvelando lentamente. El inconveniente es que es de esas películas que solo puedes una vez.
Por cierto, el director es hijo del actor Malcolm McDowell, famoso por su papel protagonista en La naranja mecánica (Stanley Kubrick, 1971).
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